Navidad no es solo buñuelos y natillas. También sabe a los suculentos postres que crean con sello propio en Postres y Ponqués Don Jacobo.
Cuenta Jacobo Álvarez Lastra -quien tiene 48 años, y nada se parece a la imagen de un señor mayor y algo pasado de kilos, que puede tener en su mente la mayoría de personas cuando piensa en un pastelero-, que en su casa de infancia siempre había un buen postre que degustar, pues su madre enseñaba repostería en la caja de compensación de Santander.
Y recorre los 23 años, con orgullo, porque la historia de su empresa, que está presente en 19 ciudades del país y en Costa Rica, comenzó sin proponérselo.
Luego de graduarse como abogado, especializarse en esta materia y trabajar por varios años como líder empresarial, en Acopi, su carrera dio un vuelco cuando decidió crear, en compañía de su esposa, un negocio de postres.
De sus viajes comenzó a sacar ideas inspiradoras como la del postre de las tres leches mexicano, que le cedió el dueño de una repostería en un barrio perdido en Ciudad de México, al que llegó por recomendación.
Con esta receta en mano volvió al país y con la ayuda de su equipo de trabajo creó la Genovesa, un producto emblemático y que solo se encuentra en Don Jacobo.
De la misma manera, ha ido recopilando ideas con la asesoría de proveedores quienes le han ayudado a evolucionar sus múltiples creaciones. Para esta Navidad, por ejemplo, introducen el Jacobino, un bizcochuelo tipo genois remojado y acompañado de una salsa de ciruela y arequipe, recubierto con chantilly.
Un desarrollo propio, al que se unen su versión de las Magdalenas, del Zepelin o del Christmas Cake.
Aunque "soy respetuoso y no me he puesto el traje de chef todavía", Jacobo es un "catador" que sabe cuando la mezcla de alguno de sus dulces no funciona. Ya no está en el día a día, "aunque me sé el negocio de memoria", y siempre está pendiente de que la calidad no decaiga.
De hecho, ha tenido como referente las pastelerías paisas, a las que califica de excelentes, por lo que trabaja con ahínco para diferenciarse.
Por ello, su proyecto personal no termina. Comenzó como empírico, y ahora que su iniciativa ya está consolidada, planea convertirse en un experto. Ya se matriculó en la escuela de gastronomía Mausi Sebess, en Argentina.
Él se saborea su historia. Sabe que con disciplina y empeño hay que conquistar a sus comensales con el sabor dulce. Incluso esta Navidad.
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