Viernes. 11:00 de la mañana. En la puerta de la Institución Educativa Casd José María Espinosa, de Castilla, hay un vigilante de la empresa privada y un policía.
Ya adentro, la institución vive un jolgorio. En un balcón que funge de tarima, varios jóvenes afinan guitarras y bajos. El de la batería practica rudimentos en el redoblante. La fiesta apenas empieza.
Abajo, en el patio, el resto de los estudiantes esperan ansiosos lo que está por venir. De un momento a otro uno de los últimos 'hits' del reguetón revienta los parlantes y un séquito de niñas sale a mostrar la coreografía que por semanas estuvieron preparando.
Entre los estudiantes que, regados por todo el patio, contemplan el espectáculo, serpentean algunos policías. Los profesores aplauden al compás que dicta la música, disfrutan con las sonrisas de los estudiantes.
Desde hace algunos meses en la institución se están implementando diferentes metodologías culturales para que los menores se apropien del colegio, además de ofrecerles escenarios diferentes en los cuales aprender.
El mismo secretario de Educación, Felipe Andrés Gil, reconoce que "las cosas han sido difíciles".
En la memoria de algunos docentes aún están frescos los recuerdos de un estudiante que mataron en la entrada del plantel el año pasado, por razones que aún hoy no están muy claras.
Además de otras muertes de menores -3 según uno de los docentes- que estaban matriculados.
Así que cuando el entorno cambió, en el Casd tuvieron que inventarse estrategias que combatieran las problemáticas que minaban el sector.
Juan David Osorio, profesor de idiomas de la institución, cree que hay un problema de diálogo entre las realidades, "la educación no está manejando el entorno social con el que viven estos muchachos, porque ellos tienen muchas problemáticas: económicas, de violencia, intrafamiliares, y todos esos faltantes y esos problemas los traen a la escuela".
El maestro sostiene que los educadores tratan de canalizar esas situaciones y darles alternativas de vida a los adolescentes, "para todos esos traumas que traen". Pero alega que la escuela (en general) se está quedando sola, porque necesita la ayuda de la sociedad y de la familia.
Uno de los problemas en los que más coinciden profesores y directivos de los colegios de la ciudad es la soledad de los estudiantes. Nancy Adriana Herrera, rectora del Casd, cree que, aunque parezca una idea quijotesca, se deben ejercer políticas públicas que permitan ayudas familiares para que los padres puedan estar mayor tiempo en la casa.
Además, en palabras del profesor Osorio, también "hay que fortalecer la cultura. Se necesitan espacios diversos donde los muchachos puedan ir a conciertos. Que el arte se tome la juventud, como lo que está pasando en este momento, solo se ve felicidad".
Violencia y deserción
El año pasado 56 estudiantes dejaron la Institución Educativa Casd por motivos de violencia. No obstante, esa cifra no se puede tomar como deserción, pues el Secretario de Educación afirma que esos menores pasaron a estudiar en otras instituciones de la ciudad.
Jairo Herrán Vargas, personero de Medellín sostiene que "hay una afectación continua en este sector, sobre todo por las llamadas fronteras invisibles, por eso los menores no pueden acceder a la educación. Además, eso también afecta la estabilidad de los docentes".
Por estas razones, la rectora de la institución ha decidido montar todo un plan de convivencia.
Una de las estrategias que más éxito ha dado son "las jornadas donde los estudiantes pueden expresarse y mostrar sus sentimientos. Allí se encuentran y se conocen, de esa manera se fomenta el respeto y la autoestima".
Además de los procesos culturales, Felipe Andrés Gil valoró el acompañamiento de la fuerza pública, que apareció en la institución después de los sucesos de violencia que se tejieron alrededor del plantel.
Sin embargo, el Personero dice que "ese tipo de ayudas sirven, pero no creo que no se deban perpetuar, porque muchas veces terminan afectando a los estudiantes".
Uno de los profesores del Casd, que no quiso revelar su nombre, cree que "es más necesario que los policías estén por fuera de las instalaciones, vigilando alrededor, de esa manera nada que esté por fuera de la ley invade el colegio".
Al parecer los estudiantes se han acostumbrado a la presencia de la autoridad. Ellos siguen su vida y sus actividades. La rectora afirma que las problemáticas, este año, han disminuido considerablemente.
Según cifras de la Secretaría de Educación, el Casd de Castilla cuenta hoy con 1.400 estudiantes, cantidad que demuestra el fortalecimiento de los procesos, porque "antes veníamos bajando mucho", dice Gil.
Los planes son muchos, seguir con la cultura y la convivencia, también, llevar la educación superior hasta estas aulas. Así, el colegio seguirá tejiendo paz.
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