Con el fin de promocionar un libro Cobo Borda le concedió una entrevista a Margarita Vidal para El País de Cali. Siempre me jartaron los nadaístas, dice Cobo. Y temeroso de emitir una opinión armada de razones por incapacidad o pereza se va por las ramas y acaba diciendo tonterías. Por ejemplo quiere rebajar a los nadaístas afirmando que por ser de provincias, de familias pobres, y haber estado en seminarios tienen un corto horizonte intelectual.
El resabio bogotano solo encuentra valor en lo que se hace en la Candelaria o la Cabrera evidenciando la petulancia que sirve de contrapeso al complejo de inferioridad. Las metrópolis en todo tiempo y todas partes reciben el aporte vivificante de las regiones que llegan a hostigar los prejuicios de las academias. La provincia y las familias modestas guardan una mirada irónica hacia la falsa opulencia de lo capitalino beneficiando a la larga la cultura cuando ésta se anquilosa en lo manido y la autocomplacencia de los habituados a vivir al amparo del poder y a triscar en las praderas de la burocracia.
En Colombia la mejor poesía corrió siempre de las provincias. Silva es de ascendencia envigadeña, Gómez Jattin de Cereté, la máxima figura del piedracielismo de Aracataca, de Nariño, Aurelio Arturo, León de Greiff nació en Medellín. El poeta bogotano del siglo veinte es Cobo. Esto explica su actitud desdeñosa.
Los seminarios antes impartían una educación esmerada. Nos acercaban al mundo clásico, al latín y el griego, nos ponían en contradicción con la realidad y con nosotros mismos lo cual es una garantía contra el acomodamiento y la trivialización de la vida. Y la pobreza es un concepto relativo. Hay un pordioserismo del puestero. Y existen los pobres ricos como todos sabemos. Por mi parte puedo enorgullecerme de mi familia. No fue adinerada pero tampoco inope. Y me proporcionó estímulos estéticos, éticos e intelectuales suficientes para parar en nadaísta y no en una generación sin nombre.
Nadie puede negar la obra del nadaísmo más allá del valor testimonial del movimiento surgido en Medellín, con vinculados en toda Colombia. Menos en Bogotá. El talante bogotano, (la altura disminuye la recepción del oxígeno), es demasiado cauteloso y pragmático. La mentalidad de virreinato produjo un solo nadaísta: Eduardo Zalamea, un hipersensible que extravió la razón tratando de zafarse de la tutoría de los discípulos de Valencia Goelkel que pordebajean a Tomás Carrasquilla, Barba Jacob, y Fernando González. Lo tenían para el destino parasitario de cónsul o agregado cultural y Zalamea prefirió desaparecer.
Margarita Vidal dice que Cobo fue "enfant terrible" de la poesía colombiana. Pero jamás hubo nada tan terrible en los versos de Cobo, y más bien debe llamarse "enfant énorme" pues no para de crecer, sin madurar. Sus libros merecen atención mientras imita al Borges descalificador con juicios insustanciales. Presuntuoso como el escritor inglés de origen argentino Cobo ignora que el nadaísmo se curó en salud situándose en la orilla opuesta de los meros literatos productores de trebejos retóricos de costurero, que condenan la palabra a mero gesto cortesano, a golosina, privándola de su capacidad liberadora y de sus cualidades misteriosas. La crítica se empobrece cuando confunde la poesía con una rama de las relaciones públicas. Cobo parece un grande ejemplo.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4