Cuando usted se suba al ascensor y vea que vienen otras personas a abordarlo, ¡espérelas!
Nada le cuesta ser paciente. Esperar unos cuantos segundos a que quienes desean también entrar al transporte vertical no es molestia y en cambio sí puede servir para que aquellas personas ganen tiempo para sus diligencias o para ir al trabajo o el estudio. No hay que ser egoístas.
Este gesto, el de la espera, también ayuda a tener unas relaciones amables entre la gente.
Piense que otro día puede ser usted quien esté en esa situación, de perder el elevador por una nariz.
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