Ni los casos más horrendos de violencia que estamos conociendo por cuenta de las versiones libres de los paramilitares nos sirven para parar la barbarie que muchos quieren alentar en el país.
Primero fueron los sicarios de los extintos carteles de la droga los que se graduaron como tales, asesinando al primero que se encontraban en calle para demostrar su sangre fría.
Después se conocieron las historias de los guerrilleros que usaban bicicletas y collares bomba para hacer terrorismo y hasta burros cargados con dinamita volaron en mil pedazos en los pueblos colombianos. Ahora resulta que los jóvenes en la Costa también quieren graduarse como sicarios de otra forma igual de perversa y macabra: matando a sangre fría a perros, caballos y vacas como requisito para "conseguir camello".
¡Qué horror!
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