- A propósito de un diccionario particular del escritor Juan Manuel Roca.
En sentido estricto sólo se es poeta exactamente en el momento de la creación, es decir cuando se escribe o se dice el poema por primera vez. Concluido el acto de creación, el autor pierde la posesión, o exagerando un poco, la iluminación, la gracia.
Es su autor sí, pero no está ejerciendo, ha creado y al mismo tiempo dejado de crear. Su identidad se consuma y consume en el acto de la escritura. Desde esta perspectiva es difícil hallar al poeta que siga siéndolo después de escribir sus poemas. Tendríamos que encontrar a un ser que esté en ejercicio perpetuo. Y esto sólo ocurre cuando el poeta hace o pretende hacer de su vida un acto de creación. Pero Roca vive en constante ejercicio creativo y usa el lenguaje buscando en él sus múltiples sentidos.
Si se me permite un tecnicismo lingüístico, los juegos verbales son esencialmente hipersemánticos. En mayor o menor medida la composición literaria lo es, ya que en la expresión estética encontramos diversos grados de énfasis, o sea de significación. Planos semánticos que se entrecruzan para expresar o descubrir nuevas relaciones de sentido.
La creación por medio de la palabra pone en acción un proceso que se desenvuelve estableciendo conexiones en diferentes niveles. Para lograrlo, el poeta acude a diversos tratamientos de la palabra, instrumentaciones variadas para decir con vivacidad lo que pretende. De allí la retórica, en el más puro de sus significados. Figuras literarias que intervienen la lógica, la fonética o la sintaxis para avivar o extraer significaciones o afinidades insospechadas hasta el momento de su expresión.
Rocabulario es un verdadero festín del lenguaje, la inteligencia y el ingenio. Henry Posada recoge parte de la riqueza verbal de uno de los mejores poetas colombianos. Si el poeta es, ante todo, el heredero del brujo de la tribu, Roca lo ratifica por su peculiar relación con la palabra. Una relación integral donde a veces es amo, otras esclavo y casi siempre su igual. Para que esto sea posible es preciso perder el respeto y estar dispuesto a extraer y exponer sus contenidos ocultos sin ningún asomo de reverencia. Encuentra así los nexos invisibles entre elementos dispersos, distantes y aparentemente opuestos. Ese es su secreto para llegar al fondo de las cosas. A lo esencial.
Cada creador tiene su manera peculiar de tratar el lenguaje, en un proceso de resignificación que instaura un nuevo orden e identifica su universo personal. Abierto o cerrado, oscuro o diáfano. El de Roca es, sencillamente, festivo, cargado de guiños al lector, para invitarlo a desbaratar con él el andamiaje del lugar común y crear así otra topología.
Se trata de travesura y atrevimiento, pero, ante todo, de la disección de los vocablos, para descubrir en su interior otros sentidos. Más que juegos de palabras o calambures, jitanjáforas -o como cada quien quiera llamarlos-, son deslumbrantes imágenes sonoras que estimulan el entendimiento y excitan la imaginación para provocar asombro y despertar el sentido crítico o, en muchas ocasiones el humor.
Este Rocabulario ofrece uno de los mayores placeres, el que se despierta ante una inteligencia que se despliega ante nosotros. Y otro más, el del silencioso sonido de palabras que explotan con nueva significación en el cerebro. Basta abrir al azar alguna página para comprobarlo.
Quienes conocemos y admiramos la obra de este poeta, encontramos aquí un matiz más de este mago de la palabra. Y quienes aún no lo han leído, tienen en este libro una excelente puerta de entrada a la obra ya extensa de Juan Manuel Roca.
Fragmentos
Ángel: "Quien ame la angelidad que vaya preparando su tridente". (Diario de la noche, cuaderno inédito)
Ateos: "Hemos llegado al extremo de querer erigir la iglesia de los que no tenemos religión". (Diario de la noche, cuaderno inédito)
Desamor: "Dice el proverbio chino que no es posible atrapar un gato negro en un cuarto oscuro, sobre todo si el gato no está en él. Por eso mismo, quizá, es que no logro hallarte en mi corazón". (Diario de la noche, cuaderno inédito)
Epitafio: "No estoy para nadie". (Cristal de Roca, pág. 10)
Enemigo: "Los enemigos son muy útiles. Nos sirven para darle rostro a lo que odiamos de nosotros mismos". (Diario de la noche, cuaderno inédito).
Espejo: "Fabrico espejos, al horror agrego más horror, más belleza a la belleza". (Canción del que fabrica los espejos, en Monólogos. Página 13.
Mano: "Una mano traza la palabra pájaro, la otra escribe su jaula". (Parábola de las manos, en Cantar de lejanía. Página 125).
Niños: "Los niños son sin duda seres empoderados del espacio, curiosas entidades capaces de crear tormentas marinas con sólo agitar sus blancas mantas". (Diario de la noche, cuaderno inédito)