A uno le debe su carrera; al otro la medalla de plata. Y mal que bien, Diego Salazar le debe su logro olímpico a dos hombres: Aymer Orozco y Gantcho Karoushkov.
Orozco fue el hombre que lo descubrió en Tuluá, municipio cuna de pesistas en la última década. Lo cobijó desde los 12 años y ahora celebra su medalla olímpica.
"Estoy muy contento y siento que ahora se están recogiendo los frutos de todo el trabajo realizado; además, está recuperando lo que hace cuatro años hubiese podido haber sido una medalla", aseguró el estratega que se tuvo que quedar en Colombia, pues no hizo parte del equipo de trabajo que eligió Gantcho para los Juegos.
No obstante, durante la convalecencia tras la lesión de Atenas-2004, fue Orozco quien más ayudó. "Durante dos años estuvo cuidándose, le hicieron tres cirugías en Cali para reconstruirle los tendones y los ligamentos de la muñeca. Y después de dos años empezó a entrenar de nuevo", explicó.
Por su parte, Karoushkov ha sido el hombre que ha llevado a las pesas a ser el deporte más ganador para Colombia en los últimos años.
Desde su llegada en 1988 y su regreso en 1995, el búlgaro condujo a María Isabel Urrutia al oro en Sydney-2000, así como a Mábel Mosquera al bronce de Atenas-2004, así como a más de un centenar de medallas en juegos continentales. Y pese a eso, uno de sus alumnos "rebeldes" (en 2004 se regresó de una concentración en Bulgaria por no compartir la forma de trabajo), Salazar le agradeció a Gantcho su labor. "Él vio la estrategia de otros y comenzó a hacer pequeños aumentos. La táctica fue correcta". Para todos hubo besos y gracias.
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