Las hijas de Abel Visconti conocen bien las decisiones de su padre para cuando llegue el día de su muerte.
La mitad de sus cenizas deberán volar desde el noveno piso del Hotel Nutibara, en el centro de Medellín. Allí, en 1986, el guitarrista argentino vio a Diego Maradona arrancar desde mitad de cancha, eludir cinco jugadores ingleses, llegar hasta la boca del área y marcar el que es considerado el mejor de los goles en la historia de las copas del mundo.
El resto de sus cenizas, cuenta, terminarán esparcidas en otras partes del continente. "Hay muchos lugares donde nos quieren", afirma Abel, quien en un mes cumplirá 80 años de edad y unos 67 desde que se inició en la música junto a su hermano Víctor.
En 2005, la voz que marcó la identidad del dueto de los hermanos de la provincia de Buenos Aires se apagó. Tras la muerte de Víctor, Héctor Corvalán es el encargado de completar la agrupación.
"Es la única voz que se acerca a la de mi hermano", comenta Abel.
Hoy, los "nuevos" Hermanos Visconti se presentarán una vez más en Medellín, la ciudad que desde los inicios de su carrera internacional, desde antes incluso del mundial del 86, los ha acogido como los Maradona de la música popular argentina.
La cita es en el Teatro de la Universidad de Medellín, a las 8:00 p.m..
Pico y Placa Medellín
viernes
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