La tensión en el Golfo Pérsico sigue puesta en el Estrecho de Ormuz, por donde circula buena parte del petróleo iraní que se exporta a Europa y Occidente, pero las maniobras de Irán y Estados Unidos se desarrollan a cientos de kilómetros de allí, y más en el terreno político que en el militar.
La muda visita del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, por Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, es decir, por los países que alimentan el antiimperialismo y aplauden la provocación del régimen de Teherán con marcado interés comercial, contrastó con la fogosa gira del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, por Asia, donde buscaba el apoyo de China y de Japón para endurecer las sanciones contra Ahmadineyad ante la negativa a permitir los controles sobre su programa nuclear.
China siguió cerrando los ojos frente a los riesgos de la política nuclear de Ahmadineyad, pero Japón sí acogió las peticiones de Washington para cerrar el cerco a la de por sí debilitada economía de Teherán, que sigue aislándose en la región, así el presidente iraní busque oxígeno en Suramérica, pero sin el tanque de Brasil, cada vez más dispuesto a alejarse de las simpatías que quiso mantener el expresidente Lula da Silva con el régimen iraní. La gira de Ahmadineyad por Latinoamérica, sin Brasil como escala, es más que un fracaso para Teherán, y un mensaje de distanciamiento de la gran potencia suramericana con Irán.
De ahí que la tensión en el Golfo Pérsico se mantendrá dentro de la medición de fuerzas, que no conatos de guerra, que mantiene el líder persa con Washington. Las maniobras militares en la zona, con el Estrecho de Ormuz como centro de la diana, han estado enmarcadas en las especulaciones de que se está desarrollando una "guerra secreta" entre Estados Unidos e Irán.
La interceptación hace unas semanas de un avión americano no tripulado por parte del ejército iraní y la reciente muerte, en un atentado atribuido por el régimen a Estados Unidos, del científico y profesor universitario Mustafá Ahmadi Roshan, quien trabajaba en el programa nuclear, han contribuido a aumentar la tensión bélica en el Golfo Pérsico.
La Casa Blanca negó cualquier participación en dicho atentado y advirtió que usará la fuerza militar de ser necesario, si se produce alguna acción de bloqueo en el Estrecho de Ormuz, tal como se asegura lo hará Ahmadineyad, en retaliación por sanciones económicas impuestas por varios países árabes, Europa y Occidente.
Ayer, durante el funeral del científico iraní, se vivieron momentos de alta tensión, pues muchos seguidores del régimen gritaron incesantemente "muerte a Estados Unidos", en momentos en que Washington exige la inmediata liberación de un estadounidense acusado de espía y condenado a muerte por Irán.
No obstante, muchos analistas internacionales aseguran que este clima de tensión entre las partes obedece a estrategias electorales, pues en Irán habrá elecciones parlamentarias en dos meses; y en Estados Unidos, presidenciales en noviembre, y pocos no descartan una acción militar en el Golfo, pues ni Teherán tiene el control total sobre su ejército ni Washington está dispuesto a permitir que grandes aliados en la región se queden sin petróleo. Es decir, la tensión con Irán sigue siendo un asunto de mecha lenta, pero no por eso menos peligroso.
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