"Tranquilo, no hable, ya estamos aquí". Jaime continuaba pidiendo que lo sacaran de allí. "No se angustie. Lo vamos a sacar", le respondía Fabio Patiño, uno de los bomberos que participó de la operación de rescate en el barrio Popular Uno.
Habían escuchado la voz del niño a eso de las 10:30 de la mañana, pero su rescate solo se logró cuando el reloj rayaba las 12 del día.
Jaime Agudelo resistió cinco horas y media sepultado bajo el alud de tierra que le quitó la vida a su madre, sus dos hermanos y su padrasto.
"No hable más, ya vamos", le decía Patiño a Jaime, con el ánimo de mantenerlo sereno. Nadie se imaginaba en qué condiciones estaba. A Sergio, uno de sus hermanos mayores, ya lo habían encontrado muerto.
La intuición de Patiño, el bombero que sus compañeros conocen como el mejor sabueso, fue la que permitió dar con el lugar donde estaba el chico.
Fueron momentos de angustia, dolor y alegría, cuando lograron sacarlo de entre la tierra. Las manos del bombero López le ayudaron a salir de allí, con las piernas fracturadas, pero vivo.
Todos los que allí estaban aplaudieron, por lo menos se había rescatado otra vida. Pero minutos más tarde la tristeza volvió, encontraron a Sebastián, de 17 años, que estaba en la misma habitación con Jaime.
Al grupo de rescate del Simpad y Bomberos una sonrisa de satisfacción se les dibujó en el rostro. "Fueron las manos y la intuición de Dios las que ayudaron a sacarlo", decía el grupo de bomberos.
Pero la llegada de la retroexcavadora acabó con la esperanza que tenía Olga Rivera, la madre de Javier, de encontrarlo con vida.
Arelis Agudelo, de 30 años y Javier Alonso Rivera, de 28, fueron encontrados juntos y sin vida a la 1:00 de la tarde.
Mañana trágica
La tragedia empezó a las 6:30 de la mañana cuando la tierra cedió y sepultó dos viviendas. De una de ella salieron con vida María Elena Álvarez, de 43 años, y Jesús Antonio Herrera, quienes fueron trasladados a un centro asistencial de la ciudad. La pareja vivía en el segundo piso y Nena, como es conocida en el barrio, quedó aprisionada con el barro hasta el cuello, pero la rápida intervención de los vecinos y los organismos de socorro permitieron rescatarla con vida.
En el primer piso estaba toda la familia de Jaime, ellos se habían trasladado a esta casa hace 20 días.
Javier Alonso y Arelis eran recicladores y el miércoles en la noche él le había dicho a su mamá, que iba a madrugar a vender el reciclaje que había recogido el día anterior.
Por eso doña Olga guardó la esperanza hasta el final de que su hijo no estuviera allí.
El peligro continúa
El sector de La Balastrera está declarado como de alto riesgo, "venimos trabajando en esto pero se requieren por lo menos 10 o 12 años para superar reubicar a las familias que están en esta situación y esperamos que venga un veranito", destacó el alcalde Alonso Salazar y dijo que por lo menos 30 viviendas deberán ser reubicadas.
Las tragedias provocadas por el crudo invierno han sido muchas. Pero si la de El Socorro tuvo como causa una escombrera ilegal, al parecer en el Popular 1, también tiene nombre propio: Leonardo. Dicen los vecinos que él es el encargado de vender lotes por un millón de pesos.
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