Es de todos conocido el sentimiento de incomodidad que experimenta la gente en un ascensor atiborrado. Los usuarios no ven la hora de salir de ahí. Lo mejor de un ascensor es entrar de último y salir de primero para no experimentar la incomodidad de tener gente respirando en la nuca, tan cerca que mi química y mi física, como en el caso de los imanes, se rechacen. Pero en algún momento aceptamos que alguien que nos gusta rompa el espacio personal y le permitimos la primera cogida de mano o el primer beso. Lo que sucede de ahí en adelante no es necesario describirlo...
Con lo anterior queremos decir que el hombre maneja un cómodo espacio personal que no desea ver violado sin su consentimiento. Cuando los ladrones han entrado al espacio del apartamento duele que nos roben, pero lo que más se siente y lamenta es el rompimiento del espacio particular, de la intimidad.
En la cama por ejemplo, pasamos 1/3 de la vida en ella y se nos convierte en algo tan importante como comer. La cama es el lugar donde descansamos, donde pensamos lo que hicimos en el transcurso del día, donde nacemos y donde morimos, la cama, recibe durante el paso del tiempo, todas mis energías... esto hace que la cama sea única e irrepetible, como yo.
Ya pasando a algo más general tengo mi habitación, donde meto todos los objetos de mi gusto y mi necesidad, la mesa que tengo fue escogida especialmente para el lugar donde está... y así con cada elemento que hay, esto me permite conformar un espacio para sentirme cómodo al dormir y hacer otras actividades, y como fue hecho por mí, según mis necesidades, es un espacio solo para mí, único como yo.
Luego llega mi apartamento, algo mucho más macro, que involucra hasta el terreno donde está construido, al buscarlo no solo fue importante cómo era por dentro sino también lo que lo rodea, algo que me hace sentir que pertenezco a este lugar. Mis vecinos, las zonas verdes, los muebles, cada habitación, cada rincón es especial para mí ya que cada uno hace parte de las actividades que yo junto con mi espacio individual, utilizo a lo largo del día para sentirme satisfecho de todas las maneras posibles.
Cada uno de nosotros camina por la vida transportando su propio cuerpo y además llevando consigo lo que lo rodea, las posesiones más cercanas e íntimas. No nos gusta que nos ultrajen y violen nuestro cuerpo, pero igual nuestros espacios. Lo nuestro entra a formar parte de nosotros mismos. Por eso es MI cama, MI pieza, MI apartamento, MI mujer o MI hombre, Mi cosa.
La intimidad es parte de mi mismidad.
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