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La historia no contada de nuestro ombligo

Un recorrido por la anatomía humana repleta de bacterias, virus y hongos que conviven con nosotros. Estamos llenos de bichos que comen y se reproducen en distintas zonas y en la piel, y que residen del ombligo al cerebro.

  • La historia no contada de nuestro ombligo Los jabones son cuestionados Implicaciones | Archivo | Aunque se mantengan limpios los pies, allí abundan hongos y bacterias. Son como la selva húmeda del cuerpo. Por eso no se deben dejar proliferar las colonias de bichos que son nocivos cuando están en gran cantidad.
    La historia no contada de nuestro ombligo Los jabones son cuestionados Implicaciones | Archivo | Aunque se mantengan limpios los pies, allí abundan hongos y bacterias. Son como la selva húmeda del cuerpo. Por eso no se deben dejar proliferar las colonias de bichos que son nocivos cuando están en gran cantidad.
22 de agosto de 2011
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El viejo chiste del borracho diciendo ante un féretro que no somos nada, quizás haya perdido vigencia hoy.

Sí somos algo: somos una increíble cantidad de bacterias, hongos y bichos que juntos tienen más células que las de nuestro propio cuerpo.

En una mano puede haber 100 tipos de bacterias distintos. Y mientras usted lee esta nota, miles o quizás cientos de miles de organismos tienen sexo dentro de sus poros o entre los pliegues de algún rincón del cuerpo.

Nada escapa. Ni el ombligo, pues un proyecto ( Belly Button Diversity ) que analiza el contenido de microorganismos en ese poco explorado y llamativo punto de nuestra anatomía encontró entre 46 y 107 especies de bacterias muy orondas allí, aunque ningún hongo.

Tenemos de todo y así ha sido por millones de años. Microbios. Unos, nocivos, otros oportunistas y hasta turistas. Los hay que se apoderan de nuestro cerebro, pero la mayoría son benéficos.

Empecemos. Tricophyton rubrum es un hongo feliz en la piel muerta y en las uñas de los dedos del pie. Casi todos los llevamos. El problema es cuando crece la colonia. Y entre los filamentos del hongo vive la bacteria Staphylococcus epidermitis , que se alimenta del sudor. Algunos portan el Bacillus subtilis , de una voracidad sorprendente.

Pero en los pies hay más. De hecho, si le gusta la naturaleza, comience a estudiar ese gran hábitat que vive entre sus dedos, una de las zonas más húmedas y calientes del cuerpo con decenas de miles de glándulas sudoríparas.

Las piernas son como un desierto, secas. No son un buen hábitat, por lo que en ellas apenas residen unos cuantos billones de bichos, entre ellos dos Staphylococcus: aureusy hominis.

Demos un brinco a los brazos y encontraremos unas 200 especies de bacterias.

Pero la Amazonia de nuestro cuerpo, rica en biodiversidad, un hotspot , como llaman los ambientalistas, mucho más diversa que los diversificados pies, es la región púbica. Cada pliegue secreto contiene su propia especie. Desde los piojos hasta los Lactobacillus que abundan en la vagina.

El colon es todo un zoológico. Miles de bacterias, arqueas virus y gusanos lo habitan. Estos son sorprendentes: de todas las formas y tamaños, hay de cabezas con garras hasta de varios metros; algunos ensortijados, otros cortos.

Se afirma sin titubeos que los microorganismos del colon tienen más células que el cuerpo humano. Son muchísimas especies, pero en esencia de dos grupos: Firmicutesy Bacteroidetes , ambos comunes en los intestinos de monos, vacas, ratas y gatos.

En los pulmones habita el hongo Pneumocystis, que sólo vive ahí y que se aprovecha de los químicos de la tráquea. Y la boca no se queda atrás: Dos especies de bacterias Streptococcus, sanguinsy mutans predominan en esta jungla salvaje que vive de la comida que ingerimos. Allí residen también virus bacteriófagos y protistas, que sin dárseles nada, mientras usted habla andan tranquilos comiendo bacterias.

En los poros de la cabeza hay ácaros que disfrutan con la piel muerta y se reproducen allí, mientras usted se encuentra en una reunión de alta gerencia.

Demodes spp. , por ejemplo, están en la frente y son más comunes en los adultos que en jóvenes.

Algunos han alcanzado el cerebro. Toxoplasma gondii es un parásito cuyo ciclo sexual sólo se completa en los intestinos del gato. Mientras tanto, transmitido por diversas fuentes entra a los humanos y puede instalarse en el cerebro. Se estima que al menos 1.500 millones de humanos lo poseen. ¿Qué hace? Nada: simplemente cambia el comportamiento volviéndonos más neuróticos, aletargados o ansiosos y más expuestos al peligro.

Unos pocos ejemplos de la gran biodiversidad que viaja con nosotros a todas partes. De hecho son decenas de miles de especies que nos acompañan, trátese de la dama más encopetada, el presidente más poderoso o el más pobre de los mortales.

En unos más que en otros, pero ahí está el zoológico por más que nos estreguemos en el baño.

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