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"La indignación debe ir seguida de compromiso"

CON 93 AÑOS, este diplomático francés, escritor y activista del progreso, ha inspirado a los jóvenes europeos, y con mucha fuerza a los españoles, bajo el lema de su libro: '¡Indignaos!'.

  • "La indignación debe ir seguida de compromiso" | Joel Saget, Afp, París - Francia | "¡Confío en la juventud española! En particular en su forma de comunicarse, de reunirse, de movilizarse en el corazón de lugares simbólicos, como la madrileña Puerta del Sol, y a través de las redes sociales", aseguró Hessel a AFP.
    "La indignación debe ir seguida de compromiso" | Joel Saget, Afp, París - Francia | "¡Confío en la juventud española! En particular en su forma de comunicarse, de reunirse, de movilizarse en el corazón de lugares simbólicos, como la madrileña Puerta del Sol, y a través de las redes sociales", aseguró Hessel a AFP.
29 de mayo de 2011
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Sobre la mesa de su salón parisiense, Stéphane Hessel guarda un ejemplar de EL PAÍS en el que aparece una foto con jóvenes españoles indignados. Pertenece a los primeros días de la convocatoria de una ola de manifestaciones bajo el título de su libro, que va camino de vender 400.000 ejemplares en España y que ha alcanzado los dos millones en Francia.

Este hombre de 93 años apareció en el momento justo, con la palabra justa. Su único mérito ha sido recapitular. Poner en alza valores que hoy están amenazados y que han costado años y décadas de lucha y sacrificio. Libertad, igualdad, justicia, legalidad, compromiso, derechos humanos. Palabras labradas a base de sangre y fuego, en su caso no con demagogia barata.

Porque Hessel tiene sus razones para indignarse cuando vislumbra la amenaza de verlas desaparecer. No es un charlatán ni un panfletario, aunque reivindique el género en el que Marx y Engels redactaron el Manifiesto comunista (él no comulga con ello) o Zola lanzara su Yo acuso sobre el caso Dreyfus.

Nacido en Berlín en 1917, se convirtió en francés después de que sus padres huyeran de la amenaza nazi y se instalaran en París. Se enroló en la Resistencia, fue condenado a muerte y torturado por la Gestapo, pasó temporadas en varios campos de concentración y fue testigo de excepción en la histórica redacción de la Declaración de Derechos Humanos.

Una vida y una altura moral más que suficientes para sacudir conciencias en el mundo. Un héroe civil, un agitador pacífico y con las ideas claras.

Miles de personas manifestándose en España al grito de '¡Indignaos!'. Estará satisfecho. Su mensaje ha calado.
"Ya lo he visto. Me alegro. Cuando empezamos con la idea de este pequeño libro teníamos a Francia en la cabeza. Ocurrió que en pocas semanas se produjeron varios acontecimientos. La popularidad de Sarkozy se fue hundiendo, lo mismo ocurrió en Italia con Berlusconi e, incluso, en España con Zapatero y en Portugal con Sócrates. Antes de que se produjeran las revueltas del norte de África, la idea de que los Gobiernos de varias partes del mundo rozaban comportamientos que provocaban la indignación de la gente era algo que raramente habíamos visto".

Y le dio por escribir este discurso y convertirlo en libro.
"No es un trabajo literario, en absoluto. Queríamos lanzar algo corto y estimulante. Puede que hasta tenga faltas de sintaxis. La editora se sentó justo donde está usted ahora, yo empecé a hablar, lo redactó, me lo dio, lo corregimos y lo lanzamos".

Me gustaría que contara el significado que para usted lleva ese término. Es una palabra que utiliza con un sentido positivo. Apela a aquellos que la sienten para contagiársela a quienes no la llevan dentro.
"Contiene su lado positivo, pero también partes oscuras".

Y si es así, ¿cómo cree que se puede contagiar su parte de luz?
"Le confieso que el título fue propuesto por la editora, Sylvie Crossman. Pero lo acepté inmediatamente".

¿Con su llamada imperativa?
"Sí, señor, y con su signo de exclamación. Es fuerte. Mucho más de lo que yo hubiera propuesto, porque no me considero un revolucionario, soy diplomático que cree en la no violencia. Busco poner a la gente de acuerdo, más que enfrentarla".

Eso es bastante radical para los tiempos que corren. Estamos rodeados de políticos que nos llevan a la guerra. ¿El diálogo es hoy revolucionario?
"Puede ser. Pero si nos atenemos a los significados, le diré que lo que más me convence de la palabra es que contiene otro término fundamental: dignidad. Por eso lo acepté. Cuando la dignidad se pone en cuestión es necesario reaccionar. La indignación viene del pisoteo de la dignidad que cada ser humano lleva consigo. Por eso siempre me remito a la Declaración de Derechos Humanos. En su artículo primero ya dice: Todos los seres humanos somos iguales en dignidad y en derechos".

Y ahora viene a apelar al compromiso.
"El nuevo libro se titula precisamente Comprometeos. Es el paso moral siguiente a la indignación. Nadie puede molestarse por que el prójimo se comprometa con algo. Puede molestarse si se rebela, si se remonta impulsivamente, eso es hacer el caldo a otros como Marine Le Pen (líder de la ultraderecha en Francia). Yo apoyo la indignación en el sentido contrario. La que me sacude cuando los derechos básicos son atacados, perseguidos. Enfadarse y ya no tiene sentido. La ira no conduce a ninguna parte, debe ir seguida de compromiso".

Difícil.
"No propongo a la gente que se enfade sin más, sino que se pregunte cuáles son las razones que ponen en peligro esos valores fundamentales que hemos heredado y que ahora tiemblan. No es fácil, no".

En su vida ha existido otra indignación persistente: Palestina.
"De nuevo, la ruptura de las reglas internacionales, la brutalidad impuesta, la situación en Gaza y Cisjordania aúnan todo lo que más he detestado en mi vida. Parecida a la que sentí en los campos de concentración. Siento un gran aprecio por el Estado de Israel, pero cuando su Gobierno se comporta de una manera similar a los peores Gobiernos que yo he tenido que soportar en mi vida, no puedo admitirlo y me rebelo y denuncio esos abusos cometidos por ellos con el permiso de Estados Unidos, la Unión Europea y algunas empresas involucradas en la situación".

¿Dónde queda Europa con esas amenazas de políticas antiinmigración?
"Justo ese es el objetivo de mi libro. Concienciar a la gente para afrontar los nuevos retos con valores dignos. No son nuestras ínfimas naciones las que están en peligro, es nuestro mundo, cada vez más amenazado por corrientes como los neocons o quienes no se mentalizan en el trato al medio ambiente. La fe en el compromiso es clave. No estamos condenados al fracaso, pero para evitarlo hay que dar un paso adelante".

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