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La mamá de todos los vicios

  • Óscar Domínguez Giraldo | Óscar Domínguez Giraldo
    Óscar Domínguez Giraldo | Óscar Domínguez Giraldo
31 de agosto de 2011
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Un poco tardíamente, me animo a rendirle pleitesía a doña pereza que "agiliza, apresta, aguza". En Itagüí conmemoraron el domingo su día mundial.

Cómo será de contagiosa esta "virtud" que al padre Astete (1537-1601) le dio pereza ponerla como primer pecado capital, y la dejó de último.

Se llaman capitales porque son necesarios como el sueño y el olvido. Nos los merecemos. Son un regalo de los dioses. Les decimos vicios o pecados para desprestigiarlos.

Astete convirtió la teología en certeros trinos. Habría sido un tuitero de maravilla. Es el rey de la síntesis. Llevó la religión y su parienta rica, la teología, al disco duro de muchos vejetes de hoy.

Examinándola con lupa, la pereza es la mamá y el papá de los demás pecados. Por eso, en 2012, los itagüiseños deberían incluirlos a todos en la celebración. (En una dependencia de ese municipio practican la pereza todo el año: los responsables de www.itagüi.gov.co Jamás responden correos).

Aporto pruebas de que la pereza está en la raíz de los demás pecados:

Soberbia: Es física pereza de practicar la humildad. Con ésta no se pueden empacar aguacates, pero se puede utilizar para soportar estoicamente el guarapazo que te dan en la jeta. La humildad invita a poner la otra mejilla para que la cara quede emparejada en agravios.

Avaricia: Es pereza absoluta de contentarse con lo que tenemos. De ahí que haya tanto corrupto suelto. Por eso hay tanto candidato a sacar máster en corrupción. "Eh, aprovechemos el cuarto de hora. Nos enriquecemos primero y nos honradecemos después", repiten.

Lujuria. El lujurioso le echa los perros a una tractomula. Le da pereza contentarse con el menú sexual doméstico. Sale a la llanura y está olfateando a la mujer del prójimo. Ve unos cucos bostezando en un alambre y se les tira en plancha.

Ira: Tres palabras distintas y un propósito verdadero: pura pereza de practicar la paciencia. O la tolerancia. Ojalá algún día vendieran estos "productos". Una delicia sería pedirle por teléfono a nuestro tendero: "Vea, don Arracacho, mándeme, pan, leche, dos botellas de felicidad y un almud de paciencia mezclaíta con tolerancia".

Gula: No es más que pereza de cerrar la boca. Y eso que cerrarla es la dieta ideal para enflaquecer. Y no meter las patas. En boca cerrada... Pero ni así. Entendida en este contexto, la pereza es la causa de la obesidad. Un gordo es el perezoso incapaz de decirle no a un opíparo banquete.

Envidia: Astete redujo la envidia a ese "pesar del bien ajeno". Más claro no cantó el gallo de la pasión, antes de convertirse en sancocho. Si a Pedro no le hubiera dado pereza admitir que conocía al Galileo que le pagaba la quincena en milagros y vino, no existiría la cristiandad.

Por hoy, qué pereza hacerles perder más tiempo.

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