A raíz de que el presidente Uribe ha invocado en público a Dios y a la Virgen, agradeciéndoles y pidiéndoles su protección, se ha planteado un debate en un medio radial de comunicación, dando a entender que con esto el Presidente está violando el artículo 19 de la Constitución, que dice textualmente: "Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley". Pues bien, el señor Presidente simplemente está haciendo uso de ese derecho constitucional de todos los ciudadanos colombianos -que no lo excluye a él- de profesar y practicar libremente su fe católica.
No está arrebatando a nadie su derecho a practicar otro culto. No está impidiendo el ejercicio de otras prácticas religiosas.
¿Cómo así que la libertad de cultos significa que el Presidente de Colombia tiene que ocultar sus creencias, que son las mismas de la mayor parte del pueblo colombiano? Ya en el caso de que el Presidente practicara una religión diferente a la de la gran mayoría de los colombianos, pienso que, en consideración a esa gran mayoría, se debería abstener de practicar públicamente ritos ajenos a nuestra cultura.
Lo que quizás llama la atención es que hoy tengamos un Presidente a quien no le da pena expresar en público sus creencias y su fe en Dios, y ese es uno de sus grandes valores. Cabe hacer una última reflexión: él no está dogmatizando ni haciendo campaña pública en favor de la religión católica, y eso está bien, porque no es esa su misión como presidente de los colombianos.
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