Los cálculos indican que los ojos de dos mil millones de personas en todo el mundo se fijaron en el enlace matrimonial del año, el del príncipe Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton.
La boda real del hijo de la princesa Diana ha sido una de las más multimediales al ser narrada en Twitter, Facebook, Flickr y YouTube, muy acorde con la amplia expectativa que generó.
Desde ese día, 29 de abril, se les conoce como los Duques de Cambridge, pero la atención que concentraron comenzó mucho antes, especialmente de parte de Kate.
La prometida se convirtió en el nuevo referente de moda por la elegancia. La elección de su vestido de bodas, diseñado por Saran Burton para McQueen, fue uno de los secretos mejores guardados, junto al destino de la luna de miel.
La madrugada de ese viernes las pantallas de televisión de todo el mundo se sintonizaron en el acontecimiento, y durante todo el día las imágenes de la boda y los invitados circularon en todos los medios.
No tan mediática, pero casi tan real, fue el matrimonio entre el príncipe Alberto II y su novia Charlene Wittstock, quienes firmaron su enlace en una ceremonia civil, también un viernes, el 1 de julio.
Alberto II, príncipe de Mónaco se casó a sus 53 años con la exnadadora surafricana, 20 años menor que él. La boda tuvo lugar en la misma sala del trono donde se casaron los padres del prometido, la actriz Grace Kelly y el príncipe Rainero III.
La ceremonia no estuvo ajena a la polémica porque durante las imágenes que se transmitieron del matrimonio Charlene no lucía muy animada e incluso salieron lágrimas de sus ojos.
La que sí se notó muy alegre en su tercer matrimonio fue la duquesa de Alba, Cayetana Cayetana Fitz-James Stuart. A sus 85 años la mujer con más abolengo y una de las más ricas de España se casó con Alfonso Díez, 25 años más joven que ella.
La relación de la pareja causó revuelo porque los seis hijos de la Duquesa se mostraron renuentes al matrimonio y se llegó a insinuar que Díez está tras la fortuna de su esposa.
Cayetana, precisamente, decidió repartir entre sus hijos parte de su fortuna para aplacar la negativa de su familia al matrimonio que finalmente se dio el 5 de octubre.
En un festejo al que se invitaron a unas 40 personas la duquesa se mostró feliz, tanto que fue leal a su carácter y no dudo en quitarse los zapatos para bailar ante las cámaras.
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