Fue un año entero de quitarse los guayos y correr a cortar lámina. Hoy, Felipe Correa sólo tiene que pensar y cuidar su arco, y hasta en poder batir el del rival.
Durante un año, el Pecoso fue futbolista profesional, pero solo en los titulares de prensa. En la casa lo esperaba una familia que debía alimentar, y que no alcanzaba con las alegrías del fútbol.
"Trabajé durante todo 2010 en Socoda, una empresa que hace cocinas integrales. Ahí cortaba lámina, trabajaba con madera, hacía todo lo necesario para las cocinas. Fue un gran soporte y una ayuda para ese primer año profesional", dice agradecido Correa, un hombre que llegó tarde al fútbol profesional.
Hijo del barrio San Gabriel de Itagüí, Juan Felipe Correa Osorio hizo las divisiones inferiores en el equipo del municipio. Y luego hasta la primera A de la Liga de Antioquia. Pero ahí llegó la familia y las obligaciones y, como no había equipo para jugar, dejó a un lado ese sueño de ser profesional del fútbol.
"Tenía que trabajar. Ya estaba grande, no había equipo, y tenía una familia detrás. Fue el momento de salir a buscar. Hice de todo, me rebusqué el trabajo, pero siempre sin dejar el fútbol. Estaba en algunos torneos, 'piratiaba' mucho por ahí. Hasta que en 2009, Fabio Restrepo, el utilero del equipo, me recomendó con el presidente Fernando Salazar", recuerda el Pecoso, hombre de rostro fuerte, pero lleno de pecas como un estudiante de escuela.
Fabio, utilero campeón hace años en torneos de la Liga, era su vecino en el barrio, y sabía de sus capacidades. "Le rendía en los vacacionales, y siempre estaba en forma. Yo le dije que se presentara, que en el equipo había lugar. Y aunque de una quedó, fue duro, porque no lo pudieron inscribir y esos seis meses solo entrenó, sin jugar. Y no era cualquier niño", recuerda Fabio, quien se mantiene como la mano derecha en la utilería de las águilas doradas de Itagüí.
"Llegó mi oportunidad, y aunque con 26 años, creo que la he sabido aprovechar. Mi vida ha cambiado en los últimos meses. Y aunque como adolescente soñaba con este momento, a los 20 no creí que fuera a llegar", sostiene Felipe, quien ahora vive una doble alegría.
Para Juan José
A un lado de la cama tiene la tula que lleva a los entrenamientos, con los guayos y los elementos de aseo para después de la práctica. Al otro lado, el maletín para la llegada de Juan José.
"Mi esposa ya tiene ocho meses y una semana de embarazo, y en cualquier momento se viene mi segundo hijo. Se va a llamar Juan José, y para eso ya estoy preparado", cuenta el Pecoso, a quien se le ilumina la cara cuando habla del pequeño que está por llegar para hacerle compañía a María Fernanda.
A Juan ya le dedicó su gol. El que hizo para la victoria ante Millonarios y que celebró con el balón por debajo de la camiseta, imitando la barriguita de su esposa Milena.
Por ahora está a la espera de la casa que le prometieron en la Alcaldía de Itagüí, en conjunto con el equipo profesional. Sería arriba de San Gabriel, a unas cuadras de donde vive hoy. "Estos pueden ser los días más felices de mi vida. Es una felicidad grande. Gracias, de verdad".
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