Solo mañana, el general Gustavo Matamoros Camacho dará a conocer en Bogotá "sus cartas" sobre lo que considera las razones que llevaron al Gobierno a ordenar su retiro.
Se le nota molesto. Desde Santa Marta, donde pasó algunos días de descanso, le dijo a este diario que en una rueda de prensa va a contar su versión de lo que pasó, porque "ya el otro lado había comenzado a decir cosas".
Y es que el anuncio de su retiro por parte del ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, el Jueves Santo, aunque cayó como baldado de agua fría no sorprendió, porque se rumoraba que había algunas diferencias entre el general Matamoros -quien se desempeñaba como Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares- y algunos de sus superiores, entre ellos, el comandante de las F.M. el almirante Édgar Cely.
Según Rivera, "fue una decisión autónoma, discrecional del alto Gobierno Nacional". Esta discrecionalidad a la que hace alusión está consagrada en varias leyes.
Las normas señalan que los oficiales de alto grado pueden ser llamados a calificar servicio, previa autorización del Presidente, el Ministro de Defensa y los altos mandos militares.
Él ese mismo día, a través de su blog, el Centro de Pensamiento Político Militar (integrado por militares retirados y civiles) denunció que si bien Matamoros tenía diferencias sustanciales en temas como el fuero militar, las cárceles exclusivas para uniformados, los comandos conjuntos y algunas compras para el Ejército, entre otros, esos no eran motivo suficiente para que el almirante Cely "lo llamara el miércoles en la tarde" para insinuarle que calificara servicios.
"No se concibe, bajo ningún punto de vista, el tratamiento dado al segundo al mando de las Fuerzas Militares, sin la más mínima consideración y sin tener en cuenta las consecuencias que esto traerá para la moral de las tropas", señala el blog.
También mostraron su rechazo los miembros de la Asociación Nacional de Veteranos de las Fuerzas Militares (Analvet), quienes señalan que aunque el Ejecutivo insiste en que no hay fisuras en la cúpula, estas en realidad existen y están minando la moral de las tropas.
"Ningún cambio en la cúpula militar mejorará la situación que pretenden corregir, mientras permanezcan inalterables los factores que han minado el ánimo de una tropa que se siente utilizada y sin ningún aliciente para seguir sobrellevando las vicisitudes de una guerra indefinida, de la que no son culpables pero sí sus principales víctimas".
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