Tras 126 días de incertidumbre y caos en Honduras, el país centroamericano se levantó ayer más cerca que nunca de la posibilidad de superar su crisis política. Después de una decisión salomónica, se deja en manos del Congreso la determinación de si el destituido Manuel Zelaya puede o no regresar a la presidencia.
Esto quedó consignado en un acuerdo entre el presidente del gobierno de facto, Roberto Micheletti, y el depuesto mandatario, luego de un llamado a la conciliación hecho por Estados Unidos.
La reacción de los hondureños y de la comunidad internacional ha sido altamente positiva y ahora los legisladores, muchos de los cuales apoyaron el golpe de Estado del pasado 28 de junio contra Zelaya, serán los que decidan sobre su restitución en el poder.
Para varios analistas consultados por EL COLOMBIANO, la fortaleza del acuerdo es que ambas partes asumieron la responsabilidad que tienen en el conflicto y encontraron la manera de solucionarlo.
Por ejemplo, Marcia Villeda, vicepresidenta del Congreso, indicó que "ahora hay que tomar una decisión que beneficie a los hondureños. No lo haremos a la ligera y que quede claro que sólo buscamos que nuestro país supere este mal momento".
"No sé si será una determinación de un día o dos o hasta un par de semanas, pero analizaremos todos los puntos del documento antes de pronunciarnos", agregó la funcionaria.
Al respecto, los jefes de las comisiones de diálogo de Micheletti y Zelaya, Armando Aguilar y Víctor Meza respectivamente, manifestaron que el convenio no establece plazos para que el Congreso resuelva sobre la restitución del depuesto mandatario.
E.U. dio el empujón
El punto que destrabó las negociaciones fue la llegada de la misión de diplomáticos enviada por Estados Unidos a ese país. Lo que supondría una victoria para la secretaria de Estado Hillary Clinton y por ende para la política exterior del presidente estadounidense Barack Obama.
El ex ministro de trabajo de Honduras, Germán Leitzelar, le dijo a este diario que "la participación de Estados Unidos fue fundamental. Le dio un nuevo impulso a un tema que parecía muerto. Es el momento de reconciliarnos, pero sin olvidar los crímenes que se hayan cometido tanto por el gobierno de Micheletti como el del señor Manuel Zelaya. Hay que aprovechar este momento para sacar el país adelante".
El pacto recoge los puntos básicos del Acuerdo de San José, por lo que además contiene la verificación internacional, una comisión de la verdad, y el rechazo a una amnistía política y a una Asamblea Constituyente.
Aunque los voceros de ambas comisiones no expresaron si efectivamente Zelaya retornaría a la presidencia para concluir los tres meses que le restan de mandato, éste y su familia se mostraron confiados de que así será.
"Esto significa mi regreso al poder en los próximos días, y la paz para Honduras", dijo el mandatario a la emisora local Radio Globo.
De ser restituido Zelaya, un Gobierno de Reconciliación Nacional acompañaría su labor y serían reconocidas oficialmente las elecciones del próximo 29 de noviembre.
La comunidad internacional ha reiterado en varias ocasiones que no reconocerá el proceso electoral si Zelaya no regresa a la presidencia antes de los comicios, lo que oscurecería aún más el panorama.
Roberto Micheletti cedió en su posición, en la que argumentaba que la Corte Suprema era la única que podía decidir sobre el regreso de Zelaya. Esto facilitó el consenso para la firma del acuerdo.
Así mismo, calificó el pacto como una "concesión significativa" de su parte y dijo que la medida servirá para que la comunidad internacional levante las sanciones contra Honduras y envíe observadores a las próximas elecciones.
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