La primera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama, y su hija, Sasha, tienen todo el derecho a tomarse unos días de vacaciones donde mejor dispongan, pero la sobreexposición mediática que provocaron en España ha tenido reflejos críticos sobre la coherencia del Presidente Barack Obama.
En medio de una crisis económica que no se supera después de dos años duros en materia de empleo, quiebras de compañías y escándalos de corrupción en Wall Street, resultó obvia la avalancha de críticas a los "costos suntuarios" del viaje de las Obama. Los cinco días de estadía en España ascendieron a cerca de 320 millones de pesos y muchos contradictores estiman que esa plata bien podría haberse reducido a la mitad, si las vacaciones se hubieran hecho en suelo estadounidense.
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