Hace algunos días el expresidente Uribe invitó a quienes fueron cancilleres de su gobierno a dar explicaciones públicas sobre el manejo que le dieron al pleito de límites marítimos entre Colombia y Nicaragua.
Mas pasan los días de aquel requerimiento y todos estos antiguos funcionarios aún no se pronuncian. Es como si en este agobiante pasivo nacional, no tuvieran responsabilidad alguna. Ya están cómodos en sus butacas de las actividades privadas. Creen que cesó todo compromiso de lealtad con el país y con su antiguo jefe. Es la vieja estrategia del burócrata que tiene en el servicio público el trampolín expedito para llegar a ventajosas posiciones del sector privado.
Los excancilleres dejan a Uribe haciendo el gasto y el desgaste. Lo abandonan para que pague solo la orquesta que desafinara en el ejercicio de las relaciones internacionales. Discordancia que viene desde la presidencia de Andrés Pastrana, cuando se admitió, contra toda evidencia y recomendaciones, que Colombia se expusiera tan desprotegida ante la Corte de Justicia de La Haya.
Ahora Uribe Vélez cabalga solitario sobre el lomo de las olas del mar territorial que le despojaron a Colombia. Responde al presidente Santos, a sus ministros y a toda la fila de segundones que como detractores hacen cola para provocarlo. Y que Uribe a través de la metralla del twitter responde con inocultable causticidad verbal.
Los cancilleres que tuvo Uribe -quizá un poco con la excepción de Jaime Bermúdez, quien actuó tan poco tiempo en ese oficio- ejercieron sus papeles en forma tan pálida como poco trascendente. No hicieron muchos esfuerzos por entender que más allá del Atlántico había otro mundo como al que pertenecen los países asiáticos del Pacífico, en donde el liderazgo del desarrollo mundial se abre paso.
El desinterés que demostraron los ministros de Relaciones Exteriores por el Foro Económico del Asia Pacífico -Apec- fue evidente. Minimizaron su vigencia. Desperdiciaron tiempo y esfuerzos, y poco escucharon a quienes venían señalando de tiempo atrás que había 21 naciones del Asia Pacífico, que al capitalizar más del 50 % del comercio mundial, era zona atractiva para la economía colombiana.
Muchos columnistas invitaron a despertar de su modorra a los cancilleres para que desarrollaran un cabildeo con el fin de que se trabajara para levantar las talanqueras en la Apec y así poder matricularse Colombia en tan importante foro mundial.
Pero la desidia y la falta de estrategias oficiales sepultaron la ambición de mirar al Pacífico, rico y competitivo, a través de Apec. Ignoraron, como lo dice Vargas Llosa al comentar el libro "Civilización, Occidente y el resto" de Fergunson, que "en lo sucesivo serán China y un puñado de países asiáticos los que asumirán el papel de naves insignias de la marcha del mundo del futuro".
Así que no sueñe Uribe Vélez con que sus excancilleres van a responder la invitación para dar explicaciones sobre su responsabilidad acerca de lo que sucedió con el pedazo de mar caribeño que perdió Colombia en los tribunales externos. Están en otros oficios y tienen otros intereses. Sus presupuestos son bien distintos a los de ser consecuentes y perseverantes.
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