Cuando José Pekerman le avisó a Faryd Mondragón que iba a entrar al terreno de juego, de inmediato se paró del banquillo como un resorte. Las ganas de ingresar al campo parecían como la de aquel juvenil que debuta.
Transcurría el minuto 85 del duelo entre Colombia y Japón, y su felicidad era indescriptible. Al finalizar el encuentro, y ante la ovación del público, Faryd, el hombre que con 43 años se convirtió en el más veterano en la historia que juega un Mundial de fútbol, soltó lágrimas de alegría. "No me lo esperaba, fue un momento realmente lindo jugar en un Mundial al final de mi carrera, les agradezco a mi entrenador y al país que siempre creyeron en mis condiciones".
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