En una tula llena de arena y aserrín bien ubicada en uno de los pocos espacios libres que existen en su casa del popular barrio Cola de Caballo, Óscar Muñoz empezó a perfeccionar las patadas que lo bañaron de bronce el 8 de agosto en Londres, que lo convirtieron en el representante más importante del taekwondo colombiano y lo tienen como el personaje más popular de Valledupar, donde el Alcalde lo recibirá este martes con la noticia de una nueva residencia.
El joven que nació hace 19 años en el municipio magdalenense El Difícil no tenía en su proyecto de vida practicar las artes marciales, aunque siempre le ha coqueteado a los deportes de combate. “Comencé con el boxeo y lo tenía en serio hasta que la difícil situación económica -mi papá no tenía para darme pasajes, debido a que debía responder por los cinco hijos y mi madre- me hizo cambiar de deporte”.
La culpable de ese nuevo rumbo fue Irma Gómez, una de las pioneras del taekwondo en la capital cesarense y en el colegio Francisco Molina Sánchez, donde el medallista de bronce “se caracteriza por estar siempre entre los primeros cinco lugares y ser responsable”. Ella lo puso a soñar en la escuela de formación que hace rato vienen apoyando los gobiernos municipal y departamental, y ha servido para que además de Óscar, su hermano Rigoberto y otros 390 deportistas inscritos en nueve clubes tengan al Cesar como potencia nacional en esta disciplina.
“Mis buenas patadas fueron inspiradas en los actores Jackie Chan y Jean Claude Van Damme, a quienes he seguido desde niño por la televisión con sus buenas películas de peleas y combates en las que demuestran fortalezas con las artes orientales”, contó Óscar, para quien su técnico Álvaro Vidal Martínez pidió “una casa porque un medallista olímpico merece una vida más digna y requiere de nuevas garantías para soñar con algo mejor en Río-2016”.
Irma recuerda que “una vez me tocó ir por él a la casa y hablar con sus padres Pompilio y Nancy Oviedo para que no lo dejáramos perder, porque contaba con el talento; tenía 15 años y le dio por no ir a los entrenamientos”. Hoy está pletórica gracias a que fue capaz de convencerlo y “al poco tiempo fue campeón nacional y cuatro después nos tiene sacando pecho al darle la primera medalla olímpica al taekwondo colombiano gracias a la buena mano que le dio el orientador Vidal Martínez, quien le vio calidad desde el día que le dije que lo tuviera en cuenta”.
Amante de las salchipapas y de la pizza, sencillo, admirador de Dios y agradecido con “mis profesores Irma y Álvaro por todo lo que me han ayudado”, Óscar Muñoz se graduará de bachiller a finales de este año y aunque piensa estudiar “sicología o educación física”, según su mentora, también tiene como meta representar a Colombia en los Olímpicos de Río de Janeiro-2016, donde piensa explotar su técnica, táctica y confianza para cambiar el bronce por “un metal de mayor valor: oro o plata” y conseguir los recursos que le sirvan para ayudarle a don Pompilio a responder por el hogar, ya que con lo que gana arreglando jardines o en oficios varios son muchas las dificultades que tienen que padecer.
Un carro de bomberos, una caravana innumerable, una orquesta vallenata y gran parte de los 500.000 habitantes de Valledupar están listos para recibir esta semana como héroe y de manera merecida a Óscar, un joven humilde, entregado por su deporte y que en sólo nueve años fue capaz de demostrar que el taekwondo “si tiene futuro en el país” y ratificar que cuando se viene de abajo se disfruta con más alegría “conquistas históricas como la medalla de bronce que le vuelvo a dedicar a mi país y nos demuestra otra vez que con ganas y trabajo podemos hacer realidad nuestros sueños”.
