El terrorismo de las Farc ha cobrado la vida de otro insigne oficial de la Policía, esta vez la del Mayor Félix Antonio Jaimes Villamil, jefe de la División de Carreteras en Antioquia, y el país ha vuelto a sufrir otro duro golpe en uno de sus pilares fundamentales: la Seguridad Democrática.
Nuestra solidaridad con las familias del Mayor Jaimes y las de los otros uniformados y civiles heridos, así como con toda la institución policial, que ha entregado las vidas de muchos de sus mejores hombres en esta lucha contra la violencia desmedida y bárbara de los grupos guerrilleros y narcotraficantes.
El atentado en Yarumal, donde fue quemada una tractomula y después activado un explosivo, ratifica lo que lamentablemente habíamos dicho en reciente editorial: que la inseguridad no es una percepción ciudadana reflejada en las encuestas, sino una preocupante realidad, que ya es hora de que el Gobierno asuma con total responsabilidad y decisión, y no con discursos y frases de cajón.
Hemos regresado a una época de violencia que creíamos superada y no será con adjetivos de descalificación, que además se los merecen todos los terroristas, que vamos a derrotar esta nueva arremetida de las Farc, del Eln y de las bacrim.
Si es cierto que no hemos bajado la guardia, como lo advierten el Presidente Juan Manuel Santos y los comandantes de las Fuerzas Armadas, aunque muchos colombianos sienten lo contrario, entonces algo no está funcionando bien dentro de los sistemas de inteligencia del Estado para contrarrestar la ofensiva violenta que estamos viviendo, no sólo en Antioquia, sino a lo largo y ancho del país. Ese es un tema urgente para revisar.
El atentado en Yarumal hace parte de una seguidilla de hechos terroristas en otras troncales del Departamento, así como asesinatos de candidatos, voladura de torres de energía y oleoductos, retenes ilegales, secuestros y extorsiones en Cauca, Huila, Nariño, Arauca, Norte de Santander, Valle, Caquetá, Meta y Putumayo. El mapa de seguridad de Colombia se ha vuelto a llenar de puntos rojos.
El liderazgo que el Presidente Santos dice haber recuperado en el contexto internacional, importante por demás, es el que ahora invocamos en el ámbito interno, porque están en juego los inmensos logros que en materia de seguridad habíamos alcanzado durante la Administración Uribe.
¿Cómo entender que se esté en tal grado de deterioro de la seguridad cuando, precisamente, el Ministro de Defensa del gobierno anterior era el mismísimo Juan Manuel Santos? En el estilo, el liderazgo, la permanente comunicación con los militares, la moral con la tropa, la firme decisión de mantener la ofensiva contra el terrorismo, y la sintonía del exPresidente Uribe con los colombianos, podría estar la respuesta.
De una acción eficaz y contundente del Presidente Santos a este envalentonamiento de las Farc depende que los colombianos no acabemos de perder el optimismo y la confianza, y que nuestras Fuerzas Armadas no sigan llorando a sus mejores hombres.
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