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La semana pasada recibí la ingeniosa pieza que transcribo a continuación, que si se lee de arriba para abajo podría ser un programa de gobierno como para el alcalde electo de Cartagena o el mismo Petro en Bogotá:
"Nosotros cumplimos con lo que prometemos.
Solo los necios pueden creer que no lucharemos contra la corrupción.
Porque si hay algo seguro para nosotros es que la honestidad y la transparencia son fundamentales.
Para alcanzar nuestros ideales demostraremos que es una gran estupidez creer que las mafias seguirán siendo parte del gobierno como en otros tiempos.
Aseguraremos sin resquicio de duda que la justicia social será el fin principal de nuestro accionar.
Pese a eso, todavía hay idiotas que fantasean -o añoran- que se puede seguir gobernando con las mañas de la vieja política.
Cuando asumamos el poder haremos lo imposible para que se acaben las jubilaciones de privilegio y los negociados.
No permitiremos de ningún modo que nuestros niños mueran de hambre?
Cumpliremos nuestros propósitos aunque los recursos económicos se hayan agotado.
Ejerceremos el poder hasta que comprendan desde ahora que somos la 'nueva Política'".
Pero si lo leen de abajo hacia arriba, comenzando por 'Somos la nueva política', el programa se convierte en un resumen de lo que ha sucedido en varias ciudades y en un reflejo de lo que intentan hacer en realidad algunos de los políticos que están detrás de los que han sido elegidos como depositarios de la confianza ciudadana, que en ciudades como Cartagena representan la esperanza de una inmensa mayoría que está a la expectativa de que prevalezcan los elegidos y no los que los llevaron a esas posiciones, cuya trayectoria no augura grandes transformaciones.
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