Hay una situación en nuestra ciudad que preocupa enormemente y es el deterioro a que ha estado sometido nuestro otrora precioso Parque de Berrío, convertido en una vergüenza donde imperan la basura, los vagos, rebuscadores, prostitución, ladrones, pornografía, venta de alimentos sin control y toda clase de males, muy propios de una ciudad en desarrollo.
Lo más delicado del asunto es que esos males se han venido extendiendo al entorno del citado parque y hoy se han apoderado de las escalas de acceso a la estación del Metro y de los bajos del mismo, donde el desorden, el ladronzuelo al asecho y las vendedoras de tinto que dejan su estela de pocillos en el piso, gracias a la incultura de sus clientes, amenazan con hacer de este sitio un segundo pedrero como el que tuvimos en Guayaquil.
Qué bueno que las directivas del Metro y el Alcalde o sus secretarios se dieran una pasada por el lugar para que lo comprueben y pongan coto, antes de que sea tarde.
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