Los hechos violentos que llevaron a la firma del acuerdo laboral de la petrolera Pacific Rubiales con sus trabajadores son, desde todo punto de vista, condenables y envían un grave mensaje a las empresas internacionales que ven en Colombia una excelente oportunidad de negocios.
En medio de la negociación una gruesa masa de trabajadores asaltó las instalaciones de Pacific Rubiales en Puerto Gaitán, Meta; incendió automotores, atacó a la Policía y paralizó la producción.
Y lo que faltaba, que el vicepresidente Angelino Garzón, horas antes de los hechos, había hablado de las petroleras de Puerto Gaitán con términos que le quedan bien a un sindicalista radical, pero no a una persona elegida por voluntad popular.
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