En el comunicado del 27 de mayo, las Farc hacen varios planteamientos a la opinión pública sobre fundamentación ideológica, apoyo a la causa revolucionaria, cohesión interna, intercambio humanitario y discusión política sobre problemáticas sociales. Pretenden dialogar sin negociar, no manifiestan compromiso serio alguno, buscan más que todo, un reconocimiento político, convertirse en interlocutor válido, y desde luego, revivir expectativas mediáticas para el "reinicio de diálogos de paz y reconciliación". En fin, más de lo mismo, con la retórica revolucionaria de siempre. En concreto, no observamos algo nuevo ni una real voluntad política para explorar caminos de paz.
Además, en una entrevista reciente en el periódico Publico.com , alias Alfonso Cano se vale de la desinformación para erosionar la credibilidad del Gobierno Nacional, mantener vivo un discurso ideológico cada vez menos creíble frente al inevitable proceso de descomposición interno por la corrupción y el narcotráfico, autocalificarse como una "oposición política armada" e intentar un reconocimiento como tal. ¡Qué despropósito y falta de visión política! Aunque Cano se muestra permeable al diálogo y dispuesto a una solución negociada, no da algún mensaje innovador en ese sentido. Se podría concluir que las Farc buscan recuperar el protagonismo político, insistir en el canje, sabotear la agenda legislativa, acercarse a actores nacionales e internacionales y seguir empleando el terrorismo y la intimidación, como mecanismo de presión y desprestigio de la estrategia de seguridad gubernamental.
Por su parte, el presidente Santos mantiene las premisas inalterables para un eventual diálogo con la guerrilla, y expresa que "el país ya no cree en la palabra de las Farc; muchas veces nos han engañado". Por ahora, aprecio que la llave sigue bien guardada, mientras no se observa una voluntad política real de sentarse a negociar una paz definitiva, sin imponer claudicaciones anticipadas. Es evidente que las Farc están neutralizadas estratégicamente y que el ELN presenta una crisis estratégica de connotación irreversible. Entonces, valdría la pena preguntarnos: ¿de qué rendición o entrega se habla frente a los violentos? Es un camino riesgoso utilizar los temas fundamentales de la seguridad y la paz con fines de oposición política.
No hay que bajar la guardia. Es necesario fortalecer la estrategia de anticipación y neutralización de las organizaciones armadas ilegales, como lo viene haciendo el Gobierno Nacional. Es legítimo demandar una mayor efectividad en los niveles estratégico y táctico de la confrontación, y unos rendimientos operacionales crecientes. De igual forma, es imperativo robustecer la percepción de seguridad, hoy impactada por acciones tacticomediáticas de actores violentos en algunas regiones del país, pero sin paranoia descalificadora y derrotista. Es claro que aún la guerra contra los violentos no está ganada. Hay que persistir en doblegar la voluntad de lucha de las Farc y el ELN. Tampoco creo que en la actualidad, existan condiciones para explorar una salida negociada. Debemos esperar sin afán alguno. Es una alternativa que no se debe descartar y menos por presiones indebidas. Todo llegará a su debido tiempo y sin duda, la maduración del conflicto lo indicará.
PAUSA UNO : Los intereses de la Patria están por encima de desavenencias personales y coyunturales. Apoyemos la institucionalidad y fortalezcamos la unidad nacional.
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