No es solo un asunto verde, de ecologistas. El mal aire mata. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la carga de enfermedad debida a la contaminación del aire, son más de dos millones las muertes prematuras atribuibles, cada año, a la mala calidad de lo que respiramos.
La evaluación de este organismo adscrito a la Naciones Unidas calcula esta cifra tanto "por la contaminación en espacios abiertos urbanos y en espacios cerrados (producida por la quema de combustibles sólidos)". Muertes que, por demás, se presentan en su mayoría en los países en desarrollo.
Y es que el acto mecánico de respirar le mete al organismo material particulado (MP), ozono (O3), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2), cuatro de los contaminantes más frecuentes en el aire, que afectan con mayor rigor a niños, ancianos y personas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Estos elementos terminan por ocasionar cambios en la función pulmonar, aumentos en los casos de asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc).
"No tenemos una manera certera de medir esas incidencias, pero sí hemos notado un incremento de estas enfermedades", dice el neumólogo de la Clínica Cardiovascular Jorge Ortega.
Agrega, además, que los índices de asma y epoc en Medellín son elevados, comparados con otras ciudades del país, con un número mayor de casos que Bogotá, siendo una ciudad con más habitantes y, pese a que no existen los datos epidemiológicos para confirmarlo, es claro que la calidad del aire tiene su dosis de culpa.
Respirar nos está saliendo caro: la contaminación atmosférica disminuye la capacidad funcional del pulmón entre el 12 y el 16 por ciento, dicen los expertos.
Incluso, afectan la piel, los ojos y hasta el sistema cardiaco, dice el médico pediatra Jairo Vargas, quien asegura que en su consulta particular ha visto un aumento en los casos de problemas dermatológicos en los menores.
¿Hay que salir con mascarilla en el área metropolitana? Ortega no lo cree así, pero sí recuerda que deben existir políticas públicas para controlar la contaminación, pues respirar seguirá siendo un acto inevitable.
Recomienda, eso sí, evitar exponerse sin ser necesario a dichos contaminantes, en la medida de lo posible. Sin embargo, si decide hacerlo, no sería una locura.
Escuche sus pulmones
La exposición de estos órganos es total, por eso se vuelve importante prestarle atención a posibles cambios en su funcionamiento. "Una tos persistente sería necesario evaluarla", dice Ortega, al igual que las dificultades para respirar, en especial en reposo.
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