Estación Arví, a la que se llega por metrocable, esa novedad de transporte masivo urbano que permite ver la ciudad amontonada abajo, con sus proyectos descontextualizados de vivienda de interés social (como si ninguna otra lo fuera, esto es lo terrible de los eufemismos), sus vías en proceso de desarrollo y los vacíos arquitectónicos que se van creando para que la urbe no explote debido al amasijo en que la dejaron convertir, que esto de crecer y multiplicarse en un espacio mal manejado es como rellenar una longaniza hasta que el cuero (la tripa) se rompe y escupe grasa por todos lados. Pero el asunto del que trato no es del ver la ciudad tratando de sobrevivir sino el de ir a una montaña todavía sin ocupar en la que el aire sigue siendo limpio y los verdes, como decía Aurelio Arturo , son de todos los colores: Piedras Blancas, zona que antes fue minera (las piedras son blancas, de cuarzo y contenían oro) y que, debido al trajín con palas y picos, quedó casi desértica. Esto pasa.
En Piedras Blancas, una de las reservas forestal de las Empresas Públicas de Medellín, recibí hace un mes un pequeño curso sobre bosques, pinos, recuperación de tierras, humedales, paisaje y botánica. Y como soy curioso, me vino bien saber sobre el pino ciprés, que fue el que recuperó las tierras áridas que había dejado la minería. Los pinos crecen donde la tierra es mala. Pero muchos pinos, como mucha gente, o mucha información sin deglutir, también dañan el terreno si no se los separa como es debido. Pero, en el caso de Piedras Blancas, que ha sido desde hace cosa de cincuenta años un laboratorio forestal, los pinos se han ido separando e incluso entre ellos ya aparecen vacíos que permiten que se dé el sotobosque y vuelva y se recupere la cadena ambiental originaria.
El sotobosque, el espacio ecológico que se da bajo los árboles más grandes (en este caso pinos), permite que regrese la biodiversidad y la naturaleza juegue con árboles nativos y exóticos (a los que no hay que satanizar porque exóticos son el café y la caña de azúcar, por ejemplo). Y al mismo tiempo el sotobosque protege los humedales y la vida vuelve y reaparece. Pero para crear esos vacíos que recuperan lo esencial, hay que talar árboles, realizar entresacas y raleos. El hombre que conoce, que estudia, que aplica falsaciones y aprende del ensayo error, entiende a la naturaleza. Pero cuando a la naturaleza se la trata como a un negocio y una depredación (que recuerda los vándalos de Genserico), con desmesura y de codicia, lo que pasa en un punto repercute en otro. Es la ley de (del) caos.
Acotación: recuerdo que en la Selva Negra, al sur de Alemania, los pinos apenas sí dan espacio para que pase una corneja. La tierra es mala y apenas sí resisten los pequeños lagos. No así en lugares como Piedras Blancas. Sin embargo, allí, en esa belleza, no hubo respuesta para el affaire Eucaliptus. Y tampoco en unos videos que vi en la Red. Pasa.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6