Steven Spielberg vuelve a la gran pantalla con Caballo de guerra , una película de factura clásica que relata la estrecha relación entre un joven y su caballo durante la I Guerra Mundial, y que se sitúa ya como una de las candidatas con más posibilidades de nominaciones para la próxima edición de los Óscar.
"Me emocioné mucho, hasta las lágrimas, por la obra de teatro y por el libro que se escribió hace mucho tiempo", dijo Spielberg durante una entrevista con Efe en Nueva York sobre esta cinta que se estrena el 25 de diciembre y que cuenta en su reparto con actores británicos que van desde el debutante Jeremy Irvine (Albert) a la dos veces nominada a los Óscar, Emily Watson.
Basada en una novela infantil del mismo nombre, escrita en 1982 por el británico Michael Morpurgo y cuya adaptación se representa ahora en un teatro neoyorquino, la cinta relata la extraordinaria amistad entre el joven Albert y su caballo Joey, así como las vicisitudes por las que ambos atraviesan durante el dramático transcurso de la primera contienda mundial (1914-1918).
Spielberg, uno de los directores que mejor retrata el drama del campo de batalla, señaló que la historia de Albert y Joey le "encantó" desde que el relato cayó en sus manos y luego vio la adaptación teatral.
"Me resultaba familiar porque mi esposa y mi hija montan a caballo. Me podía identificar con la historia", dijo, al tiempo que subrayó que quiso darle a la cinta más madurez que la contenida en el libro.
El filme pone de relieve el impacto que la Guerra supuso para toda una generación de europeos, al igual que el papel que, hasta entonces, tuvieron los caballos en los conflictos bélicos, pues en esa confrontación los británicos utilizaron un millón de equinos de los que solo 62.000 regresaron.
Spielberg, entre bromas, señaló también que "es difícil trabajar con caballos porque no saben quién soy y no me hacen caso. Tengo más autoridad con mis actores humanos, que saben quién soy". Y es que sus actores no tienen más que palabras de elogio hacia el director, como le pasa a Jeremy Irvine, de 20 años, "trabajar con Spielberg es abrumador, procuraba no pensar en ello".
Steven quiso para el papel de Albert "una cara fresca. Joey era un completo desconocido, así que había que dejar que el chico también lo fuera".
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