"Estamos cargados de optimismo. Tenemos trabajo para rato. Por ningún lado vemos signos de recesión".
En esas tres frases de Eduardo Loaiza Posada, gerente de Camacol Antioquia, se resume la gran dosis de optimismo que tiene este sector, a pesar de la evidente pérdida de dinámica económica que también los cobija.
Detrás de sus buenos deseos está una apuesta: este año, a través de más de 700 proyectos de todo tipo, van a levantar 2 millones de metros cuadrados; venderán unas 14 mil viviendas; y sostendrán el empleo y los ingresos de 105 mil personas que, en forma directa e indirecta, se benefician de la construcción.
Esas 14 mil viviendas se consideran un tamaño óptimo del mercado. Aunque son menos que las 17 mil que llegaron a comercializar en el mejor momento de su historia, de todas maneras superan las 6.000 o máximo 8.000 con las que soñaban por allá en el 2001.
Para cumplir con estos pronósticos los constructores tendrán que aconductarse en el manejo de la oferta. Según datos del mismo Camacol Antioquia, hace unos dos meses la demanda de vivienda estaba en 13.780 unidades y la oferta sólo cubría 8.518. El mayor hueco se presentaba en el techo popular, pues de 2.649 unidades demandadas, apenas se estaban ofreciendo al mercado 11. En el otro extremo estaba el caso de los estratos altos, con 883 viviendas de precio entre 200 y 250 millones de pesos para las cuales no había demanda. Algo similar pasaba con 1.642 casas y apartamentos de más de 250 millones de pesos, para las cuales la demanda sólo llegaba a 131 unidades. Camacol dice que eso es cosa del pasado y que ahora el mercado está en equilibrio.
No obstante, la atención de las necesidades de los más pobres sigue aplazándose. Se calcula que de las 14 mil viviendas que se venderán este año, no llegan a cinco los proyectos que ofrecen soluciones de 22 a 30 millones de pesos. El 80 por ciento de lo que se ofrecerá es para la clase media.
Buen clima
El parte de optimismo se replicó ayer en la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia. Lina Vélez de Nicholls, su presidenta Ejecutiva, fue generosa en indicadores que ilustran el buen clima de inversión en la región.
La llegada de la multinacional mexicana Kaltex, que salvó de la muerte a la centenaria Coltejer, es un primer punto a favor.
También lo es el aumento de las exportaciones, en general, a pesar de la revaluación del peso frente al dólar. Como casos exitosos se destacan los de esos encadenamientos productivos llamados clusters, en campos específicos como energía; construcción; y textiles, confecciones, diseño y moda, que a punta de mayor valor agregado conquistan nuevos mercados.
Otra prueba del nivel de confianza en las fortalezas de la economía regional es el comportamiento de la inversión privada. Aquí, de cada 100 empresas nuevas, 29 se mueren al tercer año, número que sube a 43 en el séptimo año y a 48 a los 10 años. Eso no atemoriza a los inversionistas. En el primer semestre el balance entre decesos y nacimientos de empresas dejó un saldo positivo.
En números el cuento es más claro: en seis meses se fueron a pique 390 sociedades, con capital conjunto de 31.570 millones de pesos.
Sin embargo, vieron la luz otras 1.529, con 75.149 millones de pesos. Y, lo más importante: otras 597 engordaron en 399.464 millones de pesos su capital.
Por lo tanto, hubo en el primer semestre un movimiento de inversión fresca por más de 474.613 millones de pesos. Aunque todos los esfuerzos son valiosos, el campeón fue Cryogas, que incrementó su capital en 57.237 millones de pesos.
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