Lo que por años salta a la vista en los clavados es el concepto de familia.
Esta, que es una carpa trashumante, va de escenario en escenario con su componente de fraternidad, de abrazos, de animados encuentros, de aplausos compartidos y del idioma inglés y de las señas.
Son caras conocidas que se ven cada tanto, con cada encuentro que tiene un significado. "La amistad empieza donde la dejaste", como lo define Darío Di Fazio, delegado del equipo de Estados Unidos, que ayer mostró las alas de un ángel en la plataforma, la delgada rubia Delany M. Schell, quien dio un solo de encanto.
Este no es cualquier deporte. Se trata de una modalidad que exige mucha disciplina, dado el componente de riesgo que maneja, y que hace, por rebote, que todos sus integrantes sean muy solidarios entre sí.
"Por ser tan duro, los clavados se convierten en un reto de mucha disciplina. Aquí todos somos como hermanos. Yo vine a Medellín por primera vez en 1978 con motivo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Asistí como saltador de Cuba y ahora vuelvo por tercera vez y encuentro a muchos de mis colegas y amigos. En todo somos una familia que se renueva con el tiempo", destaca el técnico cubano Rolando Prieto que es hacedor, en buena parte, del sostenimiento de México como una de las potencias mundiales de los clavados.
Esto por los alrededores e incluso adentro del foso de clavados, pero el acompañamiento también se extiende a las delegaciones, porque son 44 padres de familia los que vinieron de Estados Unidos y Canadá, para animar a sus hijos en el Panamericano de clavados de la categoría, que no tuvo la fortuna de contar con el techado del foso de competencia.
"El vínculo entre todos se crea en la entrega que genera este deporte. El riesgo compartido nos hace solidarios y reconocer en el otro sus esfuerzos y conquistas", explica el porqué de las cosas Juan Colin, representante de la firma estadounidense Dive Meets, encargada de la computación de los resultados y programaciones.
En suma, una familia unida; un gremio de clavadistas que se conoce, que sabe que todo gira alrededor del concepto de la disciplina, ese que pregona el técnico chino Quiang Fu, uno de los gestores del proceso colombiano que extendió Óscar Urrea.
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