Cuidarnos y cuidar a nuestra familia en las fiestas de fin de año es también otra forma de celebrar y de compartir con nuestros seres queridos el sentido de esta festividad. Y decimos cuidarnos, porque ciertas actividades asociadas al festejo de Año Nuevo pueden terminar convertidas en tragedia.
Nada más triste que pasar estos días con la incertidumbre sobre el estado de salud de un ser querido o permanecer en la habitación de un hospital mientras los demás viven con alegría estas fechas.
Todo porque no atendimos las advertencias sobre los peligros de la pólvora, o no tuvimos mesura en el consumo de licor, o no acudimos con un llamado racional ante el vecino o el amigo que insistía en conducir su carro en estado de alicoramiento, o que pretendía "celebrar" la llegada de 2012 con un arma en sus manos.
Las historias trágicas, en las que la fiesta se transforma en pesadilla, se multiplican en esta temporada, y está en la sensatez de cada familia, de cada grupo de amigos, de cada padre y de cada hijo, mantenerla como lo que es por tradición y antonomasia: una ocasión para festejar la vida.
Por eso, porque conviene y reconforta pensar en el bien común, hacemos un llamado a la mesura y a que la fiesta de San Silvestre se viva con el sentido del sano disfrute y lejos del desenfreno.
Y es que las cifras de accidentes trágicos asociados a este mes son penosas: Medellín tiene un triste y vergonzoso liderazgo nacional en el número de personas quemadas con pólvora y de heridos por balas perdidas.
La Dirección Seccional de Salud informó que en este último mes en el departamento se han reportado 148 personas lesionadas por la manipulación de pólvora, entre las que se cuentan 70 menores de edad, y con un reporte que señala que 60 de los heridos corresponden a Medellín.
Y la Personería tiene documentado que en este año en la ciudad 26 personas han sido heridas por balas perdidas, entre ellas ocho menores.
De ahí nuestro llamado vehemente a vivir un fin de año con responsabilidad. A reducir el consumo de licor, a cuidar la disposición de líquidos calientes, a evitar el manejo de la pólvora y a incrementar las medidas de seguridad en el espacio público. Especialmente si estamos en compañía de niños, que merecen todo nuestro cuidado y que les demos el mejor ejemplo con nuestro comportamiento.
Porque se trata de cumplir una tarea que nos involucra a todos: proteger y valorar la vida. Procuremos que la bienvenida a 2012 sea una fiesta tranquila y segura. En el vecindario, en la finca, en la carretera, en las calles. Siempre, primero la vida.
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