Llevamos años de engaños y seguiremos engañados si aceptamos de entrada todas esas artimañas que desde La Habana y con la connivencia de quienes hemos elegido equivocadamente para la Presidencia y el Congreso, están tramando para conseguir una paz mentirosa y beneficiosa para una sola de las partes: el narcotráfico y el terrorismo.
Estamos ante un plan demoníaco y forjado desde tiempo atrás por aquellos ideólogos de izquierda que han querido entrar a Colombia en la órbita del socialismo infantil del siglo XXI.
Es un bombardeo permanente de publicidad motivadora con ese soy capaz, del cual declaro desde ya, que no seré capaz de perdonar a esos individuos que nos han asolado durante tanto tiempo con el fin de incrustarse en el poder.
Tampoco seré capaz de perdonar a quienes se hicieron elegir con engaños a esas altas dignidades, para conducir al país a este estado de postración y desesperanza en el cual estamos y todo, por darle lustre a una personalidad enfermiza, que solo busca alimentar su eguito con reconocimientos inmerecidos.
Las encuestas nos muestran que el desprestigio, el engrase, el terrorismo, la injusticia, la persecución a los que no están de acuerdo con este estado de cosas, están exacerbadas y por ende la marcha del país se está estancando con tendencia a retroceder en muchos aspectos.
De hecho, la seguridad está en la situación similar a la que estaba en el año 2002. Se perdió en cuatro años lo que se avanzó en ocho. Los ataques terroristas se incrementan, la afectación a la población civil es innegable y estos señores tan campantes siguen tertuliando en La Habana.
El pueblo está aterrorizado y ese es el estado ideal para seguir con el engaño. Claro que es mejor el país en paz, pero no con una paz en donde los victimarios aparezcan como los salvadores de la institucionalidad y los creadores de un nuevo orden.
Nos están conduciendo al matadero y ahora como la cereza del postre, nos están metiendo el dedo en la boca con ese cuento del voto obligatorio por tres elecciones, con el fin de conseguir el umbral requerido para la refrendación o no de esos flacos acuerdos, realizados con una pequeña fracción de delincuentes que no representan para nada a los que están aquí generando el terror con todas las herramientas que tradicionalmente han empleado.
A quienes están llamados a defendernos los tienen acorralados en los cuarteles y encartados con una justicia sucia, que busca paralizarlos, puesto que los condenan por cumplir con el deber. Los terroristas actúan, asesinan y nada ni nadie es importante para el comandante en jefe de las Fuerzas Militares. Nos entregaron a esa pandilla y ni nos dimos cuenta.
Este es un país lleno de tierra de nadie en donde cada delincuente campea por sus anchas, así nos quieren, para que cuando nos propongan la falacia que nos pretenden sugerir, acudamos presurosos a aceptar esas migajas de sosiego momentáneo, puesto que paz en esas condiciones nunca la habrá.
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