Encerrada todo el día en su residencia, el Palacio da Alvorada, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, siguió el relevante debate que se estaba dando a poca distancia de allí, en la sede del Congreso Nacional. Acompañada de sus ministros más cercanos —como un panel de crisis ante una catástrofe que golpeara al gigante sudamericano—, esperó durante siete horas a que la Cámara de Diputados decidiera sobre el proceso de impeachment en su contra.
Al final la decisión fue la vaticinada: el proceso sigue su curso y será el Senado el que tenga la última palabra el próximo 15 de mayo. Al cierre de esta edición, la oposición y otros partidos inconformes ya lograron los 367 votos a favor (los dos tercios necesarios), frente a 137 en contra.
“La lucha continúa ahora en el Senado”, dijo anoche José Guimaraes, líder del partido de gobierno en la Cámara, al reconocer que perdieron la votación. Por su parte, el diputado Jovair Arantes, quien presentó el caso ante el pleno del ente afirmó en su discurso: “todos los indicios son más que suficientes para aceptar la acusación.
¿Qué se puede esperar de este largo mes que tendrá el oficialismo para intentar revertir la situación? Para Dawisson Belém Lopes, politólogo y docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, se puede tratar del ocaso de más de una década del Partido de los Trabajadores en el poder. “El gobierno se está jugando sus últimas cartas, tiene que reclutar senadores que voten en contra del impeachment, es su única alternativa”.
¿Qué pasará en caso de que Dilma sea expulsada del máximo cargo? El 15 de mayo el Senado empezará a debatir si admite llevar a Rousseff a juicio político. De votar favorablemente, tendrá 180 días para juzgar a la mandataria. En ese momento será apartada del cargo y asumirá el vicepresidente Michel Temer, del Psdb, y a quien Dilma acusa del ser el “líder conspirador”.
Temer seguiría en el cargo hasta el fin del periodo actual (2018), a no ser que sea culpado también en el proceso que se adelanta contra Rousseff y, por ende, destituido.
Belém no cree que este sería el caso. “Los brasileños creen que a partir de hoy, el nuevo mandatario será Michel Temer, aunque técnicamente no sea presidente. Por la Constitución, hay que esperar lo que diga el Senado, pero es cuestión de tiempo. Quedará como mandatario, sin duda. A menos que resulte implicado y condenado. De lo contrario, habría nuevas elecciones, pero ese no será el caso”.
Pase lo que pase respecto a Rousseff, para el experto, como para todo brasileño, es claro que su tierra entra en tiempos de choque: “se profundizará la inestabilidad política y económica en el corto plazo. En el mediano y largo es posible que las cosas mejoren. Es difícil pensar en un escenario más complejo que el actual, pero en el futuro próximo no tendremos alivio”.