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La ahora expresidenta de Brasil Dilma Rousseff afirmó que la votación de este miércoles en el Senado en que fue destituida consumó un “golpe de Estado” en el país y anunció la más “enérgica, determinada y firme oposición a los golpistas”.
“Es el segundo golpe de Estado que enfrento en la vida. Primero fue el militar (1964), que me afectó cuando era una joven militante; el segundo fue el parlamentario, que me derriba del cargo para el que fui elegida”, afirmó en su primer pronunciamiento tras la destitución, ante decenas de simpatizantes.
“Hoy el Senado tomó una decisión que entra a la historia de las grandes injusticias: escogieron rasgar la Constitución; decidieron interrumpir el mandato de una presidente que no cometió ningún crimen; condenaron a una inocente y consumaron un golpe parlamentario”, denunció en un enérgico discurso.
Arropada por decenas de correligionarios y seguidores en el Palacio de la Alvorada, en donde se atrincheró desde que fue separada provisionalmente del cargo, el 12 de mayo, la expresidenta advirtió que el Partido de los Trabajadores (PT) volverá al poder para culminar el proyecto de lucha contra la desigualdad social que desarrolló con éxito en los últimos trece años.
“No desistan de la lucha. Escuchen bien: piensan que nos vencieron pero están engañados. Sé que todos vamos a luchar. Habrá la más determinada, firme y enérgica oposición que un golpista puede sufrir”, afirmó.
Pocas horas antes, por 61 votos a favor y 20 en contra, el pleno del Senado la destituyó definitivamente por considerara responsable de “crímenes de responsabilidad” por supuestas maniobras para maquillar las cuentas públicas.
La decisión automáticamente confirmó como nuevo presidente de Brasil a Michel Temer, el vicepresidente que venía ejerciendo como interino desde el 12 de mayo y al que Rousseff se ha referido como líder de los golpistas.
El pleno del Senado irrumpió a cantar el himno nacional en el momento en que se anunció la decisión, pero fue interrumpido por una nueva votación, la de la inhabilidad.
Los congresistas entonces votaron por mantener los derechos políticos a Rousseff, pues hubiera podido ser inhabilitada por ocho años, según las leyes en Brasil. Rousseff tiene 68 años y sólo podría volver a presentarse a unas elecciones a los 76 años de edad.
En la votación, 42 senadores se inclinaron por inhabilitar a Rousseff, 36 votaron a favor de mantenerle los derechos y 3 abstenciones, por lo que no se alcanzó los dos tercios (54 votos) de la Cámara Alta necesarios para aprobar este tipo de mociones.
Rousseff fue hallada culpable de alterar los presupuestos mediante tres decretos no autorizados por el Parlamento y de contratar créditos a favor del Gobierno con la banca pública, lo cual ha negado durante todo el proceso, que califica de “golpe”.
De “ruptura constitucional” y “golpe” hablaron este miércoles los senadores que hicieron la última defensa de la mandataria, que llegaron a tildar de “canallas” a aquellos senadores que apoyaban la destitución.
“Esto es una farsa, farsa, farsa. Es un proceso basado sólo en pretextos que será juzgado por la historia”, afirmó el senador del Partido de los Trabajadores (PT), Lindbergh Farías.
Replicó el senador Ronaldo Caiado, del derechista partido Demócratas (DEM), quien afirmó que “canallas son los que se enriquecieron ilícitamente, canallas son aquellos que quebraron Petrobras, canallas son aquellos que dejan a Brasil en una situación crítica”.
La destitución de Rousseff confirma en el poder a Michel Temer, quien completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019, para el que Rousseff había sido reelegida en octubre de 2014.
Temer se alista para dirigir a Brasil
Temer conoció la decisión en el Palacio presidencial de Planalto, vecino a la sede del Parlamento, al que debe dirigirse esta tarde para asumir el cargo que ocupa interinamente desde el pasado 12 de mayo, cuando se instauró el proceso y la mandataria fue suspendida de sus funciones.
Ya como nuevo presidente de Brasil, tiene previsto viajar esta misma noche o durante la madrugada del jueves hacia China para asistir a la Cumbre del G20, que supondría su estreno en el ámbito internacional, inmediatamente después de ser confirmado en el poder.