La antigua Mesopotamia, hoy llamada Irak, vive una crisis humanitaria tal, que en los últimos dos años 36.245 civiles fueron heridos y 18.802 asesinados. Tan cruel es esta última cifra reportada ayer por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que equivale a eliminar la población de un municipio antioqueño como Nariño, o a tres veces la de Belmira, o a seis veces la de Concepción.
La ONU no dice cuántos civiles cayeron por las balas de las fuerzas de seguridad iraquíes y de sus aliados. Pero sí atribuyó la mayoría de los homicidios al grupo terrorista Estado Islámico (EI), cuyas acciones son tan demenciales que el alto comisionado de ese organismo para los derechos humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, ha formulado dos peticiones concretas:
La primera de ellas, es que Irak firme el Tratado de Roma, para que la Corte Penal Internacional juzgue los grandes crímenes. Y, la segunda, es que el país introduzca modificaciones legales, para que los tribunales locales puedan juzgar los crímenes internacionales.
Todos los dedos acusadores se dirigen contra el EI y su líder, Abu Bakr Al Baghdadi. A sus 44 años, es el hombre más peligroso del mundo, según la revista Time; y para Le Monde, el sucesor de Osama Bin Laden. El gobierno de Barack Obama da por él una recompensa de 10 millones de dólares, o sea un poco más de 3 veces el dinero que esa agrupación terrorista recauda cada año.
Tanta riqueza contrasta con el panorama de miseria al que están abocados los iraquíes. Datos de Naciones Unidas revelan, por ejemplo, que con la caída de los precios del petróleo se ha disparado el desempleo. En la búsqueda de fuentes de trabajo se mezclan los nacionales con los 250.000 sirios que, se estima, han llegado a Irak como refugiados.
Internamente hay 3,2 millones de personas desplazadas por la violencia, una cifra que en el mundo ronda los 60 millones de almas y en Colombia pasa de los 6 millones.
El Estado Islámico retiene, según la ONU, a 3.500 personas, la mayoría mujeres y niños. Las primeras son sometidas a formas de “esclavitud sexual”. Y entre los segundos, se destacan casos de “soldados” menores de 9 años que son asesinados por abandonar las armas.
Todo esto ocurre en un país que requiere de unos 8.000 millones de euros para reconstruir las zonas afectadas por 13 años de conflicto.
Y todo esto ocurre, también, a la vista de grandes potencias que no parecen conmoverse lo suficiente con el dolor de los iraquíes. Para Hasan Turk, internacionalista radicado en Turquía y consultado por EL COLOMBIANO, parte de esa indolencia de la comunidad internacional puede provenir del foco que se ha puesto en Siria, cuya gravedad tampoco se niega. “Muchos líderes mundiales ven a Siria como el mayor problema a resolver”, precisa el analista, quien invita a que organismos internacionales, como la ONU, defensores de los derechos humanos y los medios de comunicación, continúen visibilizando el drama de Irak y ejerciendo, de esta manera, presión sobre las grandes potencias. Lo mismo, agregó, aplica para el caso de Yemen.
Su pálpito es que Irak estaría más en el radar mundial si ese país fuera el escenario de una confrontación entre grandes potencias, llámese Estados Unidos, Rusia o China..
Por lo pronto, queda la alerta de la ONU sobre el EI y sus violaciones y abusos de la ley humanitaria internacional y de los derechos humanos .