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De África a Brasil: colombianos salvan vidas en el mundo

  • Ellos son algunos de los colombianos que salvan vidas en el mundo. Fotos: Cortesía.
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31 de mayo de 2020
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Hay decisiones que impactan más de una vida y las de este grupo de colombianos son un ejemplo: cambiaron la suya y las de cientos de personas. Estando en casa sintieron el llamado de ayudar y dejaron todo lo que conocían para cumplir esa misión.

Desde Támesis, Antioquia, Cartagena o Bogotá empacaron sus maletas para recomenzar y hacer de sus profesiones una semilla en la vida para quienes están en los contextos más adversos del mundo.

En República Centroafricana Ester Gutiérrez es jefa de misión de las labores humanitarias de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), decidida a llevar atención en salud y en asuntos psicosociales a uno de los países más pobres del mundo e inmerso en un conflicto armado. También con esa ONG, el enfermero tamesino Conrado Hincapié atiende a migrantes internacionales que son deportados a Etiopía y lleva 15 años apoyando ese tipo de labores humanitarias.

En Brasil, la cartagenera Dina Camargo es abogada para la Organización Internacional de las Migraciones ayudando a la integración de los migrantes en São Paulo. Y en la frontera de ese país con Venezuela está Viviana Peña, una bogotana que se internó en una región preamazónica para respaldar a los caminantes venezolanos. Para ayudar se necesitan ganas y corazón. Ellos lo tienen y estas son sus historias.

Ester Gutiérrez

Jefe de misión en República Centroafricana

De África a Brasil: colombianos salvan vidas en el mundo

Un viaje a San José de Albán, Nariño, para una misión humanitaria, cambió la vida de Ester Gutiérrez. Caminando entre trochas para llegar a una comunidad alejada en compañía del staff internacional de MSF se dio cuenta de que su sueño era liderar misiones. En 2015 dio el paso definitivo para cumplirlo presentándose a un proyecto en República Centroafricana. Lo consiguió. Desde entonces ha estado en Guinea-Bisáu, Níger, Sudán y Yemen, coordinando o como jefa de misión. En diciembre regresó a República Centroafricana como jefe de un proyecto que tiene cuatro programas dirigidos a madres, niños, víctimas de violencia sexual y del conflicto, que su equipo atiende en zonas que no son controladas por el Gobierno, sino por grupos rebeldes. Ella es una internacionalista entre médicos y enfermeros que llegan a lugares donde el estado no alcanza a extender su brazo. Estar en el sector de la salud le recordó que en la adolescencia quería ser doctora, por eso está por comenzar una nueva misión personal: ser médica para así ayudar más. “Cuando tenga 70 años y mire hacia atrás quiero pensar que también lo he conseguido. Eso es lo que tengo ahora en mente. Pero de pronto en un tiempo también me encuentre en Medio Oriente haciendo no sé qué cosa”. Así es su vida: esperando un nuevo reto en el que pueda ayudar a otros.

Dina luz Carmona

Abogada en São Paulo

De África a Brasil: colombianos salvan vidas en el mundo

Cuando Dina Carmona viajó de Cartagena a São Paulo con su mamá, y sus tres hermanos, en 2011, encontró un grupo de personas que la inspiró a convertirse en abogada. Llegaron solos a un país que no conocían, pero se sintieron acogidos gracias al equipo migratorio que acompañó su proceso para radicarse en la ciudad. Legalizaron su residencia, acompañaron su inserción en las dinámicas de la ciudad y con el tiempo pudieron estudiar y trabajar allá. Entonces, ahí nació un sueño: ayudar a los migrantes de cualquier rincón de Latinoamérica que llegan a esa metrópoli para hacer una nueva vida. Lo consiguió y hoy hace parte del staff que acompaña un proceso similar al que ella tuvo hace nueve años para la Organización Internacional de las Migraciones. Dina es una migrante que ayuda a otros que, como ella, llegaron buscando oportunidades allá. Así como un equipo la respaldó para hacer su nueva vida, ella hace ese proceso para otras personas. “A veces me encuentro historias parecidas a la que vivimos que me recuerdan que debemos tener resiliencia, paciencia y esperanza”. Relata con gratitud el día que un migrante llegó a su oficina caminando para sacar sus documentos. Fue organizando su situación y a los seis meses regresó a decirle que ya estaba en el mercado laboral. Para Dina su caso es un “sí se puede”.

Conrado Hincapié

Enfermero en Etiopía

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Para Conrado Hincapié una aventura sin fronteras comenzó en 2005. Ese año decidió convertirse en staff internacional de la organización MSF y desde entonces ha estado en misiones humanitarias en Latinoamérica, Norteamérica, Medio Oriente y África. Su primera parada hace quince años fue en Sudán, como enfermero. Adaptarse a la comida fue complejo. Difícilmente encontraba carne o arroz y se defendía comprando pan y atún. Es un país con una historia de conflictos y de escasos recursos, más en las zonas donde Conrado ha hecho sus misiones: con las personas más vulnerables que, si no fuera por profesionales como él, no tendrían cómo asistir a una consulta médica. Ahora está en Etiopía como coordinador de un proyecto de atención a migrantes internacionales que son deportados cuando intentan huir del conflicto, buscando un mejor futuro en un país nuevo. Allí lleva quince meses y espera poder trabajar para esta población hasta diciembre del próximo año. Su misión es coordinar todo un engranaje humanitario para suplir las necesidades de estas personas que viven en un contexto de pobreza. Cuando acaba una misión regresa a Támesis por un tiempo, pero después vuelve a empacar sus maletas a la espera de otro proyecto en algún rincón del mundo donde alguien necesite su respaldo.

Viviana Peña

Coordinadora humanitaria en frontera entre Brasil y Venezuela

De África a Brasil: colombianos salvan vidas en el mundo

Viviana Peña pasa sus días en una región preamazónica de Brasil. Boa Vista, capital del estado Roraima, es la primera parada que hacen los caminantes venezolanos después de atravesar de un país a otro andando por las carreteras fronterizas que se cruzan con la selva de la Amazonia. Es bogotana, pero migró por estudio a São Paulo para hacer una maestría en Gestión Cultural. Por cosas de la vida terminó trabajando con la Alcaldía y participó de la creación de una ley municipal de derechos de los migrantes. Las ganas de seguir ayudando enrutaron nuevamente su carrera. Esa joven que salió de Bogotá con una maleta cargada de sueños en la fotografía optó por viajar a un estado fronterizo para coordinar un albergue para migrantes en tránsito. Ya son dos años en esa región alejada del centro del país, pero sabe que gracias a su gestión y la de su equipo de la organización Avsi los caminantes encuentran un techo y una cama después de pasar días sin descanso. “Las ganas de ayudar me trajeron acá. Sabía que lo que aprendí en São Paulo podía ayudar en esta comunidad, por lo que mi deber era compartir mi experiencia”. Viviana tiene una facultad que le facilita el camino a los migrantes que llegan: habla español y portugués, por lo que su trabajo se convierte en un puente en ese largo camino desde Venezuela hasta el interior de Brasil.

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