93 pueblos en Suramérica presentan brotes de la covid. 548 aborígenes han fallecido por la pandemia en la región.
Un grupo de índigenas del pueblo Satere-Mawe protestan el 3 de junio frente a una sala del Hospital Nilton Lins, construida para tratar los casos de la Covid-19 de los pueblos indígenas, en Manaos (Brasil). FOTO: EFE
A la despedida del cacique Messías Kokama, un líder indígena de la Amazonia brasileña quien falleció por covid, asistieron decenas de indígenas más quienes con cantos y bailes le dieron su adiós. En el contexto actual las honras fúnebres se habrían dado a puerta cerrada, pero para su comunidad era necesario despedirlo según sus tradiciones. Así, después de las coplas, sus compañeros se acercaron al féretro cubierto por plástico y le pusieron una bandera de Brasil. Kokama es uno de los nativos víctimas de la pandemia.
La de ellos es una doble vulnerabilidad. Sea en Brasil, Colombia y Perú, que comparten la triple frontera del Amazonas, los indígenas viven en entornos donde esas medidas de bioseguridad de las que se habla en la ciudad no son replicables. Entre el río, los límites que trazan las etnias y caminar por los poblados el coronavirus escabulle de un lado a otro. Los tres reportan brotes en la Amazonia y son solo un ejemplo de lo que pasa en otras naciones suramericanas con pueblos como Ecuador y Venezuela.
Los yanomamis, warao y kanamari, por mencionar algunos, conviven con un enemigo invisible que, probablemente, los colonos llevaron a sus tierras. Aún no está claro cuántos están afectados, tampoco el total de decesos, solo hay reportes que las ONG de cada país desarrollan. La Red Eclesial Panamazónica (Repam) estima que 5.628 indígenas han enfermado por la pandemia, de los que 548 casos resultaron letales.
Esa estadística sale del análisis que reportan las diócesis, arquidiócesis y vicariatos de la Iglesia católica que están en zonas indígenas y es la más completa hasta ahora que acople los casos de los países con tierras amazónicas y pueblos indígenas de Suramericana.
Pueblos indígenas con covid
También indican que son 93 las comunidades con brotes en Bolivia, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Guayana Francesa, Perú, Ecuador y Surinami. Sin embargo, hablar de países en los que estos están no es la forma ideal para referirse al tema. “Hay que tener claro que para los pueblos no hay frontera, sino que hablamos de territorio. La frontera es un concepto político y el territorio indígena va ligado a la ancestralidad”, explica Silvana Baldovino, de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.
Un ejemplo ilustra mejor esa complejidad. Repam reporta que los ticunas están afectados por la covid, pero estos están en Brasil, Perú y Colombia, justamente, la triple frontera. O, los warao, que también registran contagios, si bien son tradicionales de Venezuela, están migrando a Brasil por la crisis del país. De hecho, una de las víctimas letales en Manaos fue Apolonia Zapata, una indígena venezolana que había migrado.
No obstante, hay contextos para los aborígenes inherentes a los países: la condición de pobreza y el escaso acceso a la salud. La Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic) considera que “la situación frente a la pandemia es cada vez más trágica y tiende a profundizarse debido al alto nivel de vulnerabilidad, derivado de las precarias condiciones de salud que históricamente nos han afectado”.
Ya la Comisión Interamericana de Derechos Humanos envío una alerta el 30 de mayo reseñando la vulnerabilidad de los pueblos ante el coronavirus y la Organización Panamericana de la Salud también indicó el impacto “desproporcionado” que puede tener la enfermedad para ellos. “Hemos confirmado casos en las provincias que forman la cuenca del Amazonas, donde la incidencia tiende a ser el doble, en comparación con otros estados en los mismos países. Sin una acción inmediata, estas comunidades enfrentarán un impacto desproporcionado”, sentencia su directora, Carissa Etienne.
Esa desproporción se debe a que muchos de estos pueblos no tienen contacto permanente con la sociedad mayoritaria o, incluso, están en aislamiento voluntario, por lo que no han desarrollado defensas para virus que circulan en sectores urbanos y hasta una gripa puede resultar mortal.
Además de lo que sucede en las comunidades, también hay que preocuparse por las zonas en las que estas residen, una alarma más que demuestra la necesidad de actuar. El conteo de la Repam hasta el 2 de junio encontró 174.819 contagios en sectores amazónicos. Esto quiere decir que, si bien son 5.628 los indígenas afectados, están en un entorno con numerosos brotes y su contacto con colonos podría resultar letal.