Baltimore es un hervidero. Las tensiones raciales y la muerte —en dudosas circunstancias—, del afroamericano Freddie Gray, han suscitado un clamor y un descontento que tiene a la ciudad sumida en disturbios. La Policía, esa ante la que protestan los habitantes de la ciudad portuaria, arrestó ayer a más de 200 personas, mientras reportaba 150 incendios provocados por vándalos.
Pero la situación de esta ciudad enclavada en Maryland no se refiere solo a lo local. El panorama más amplio es una realidad que tiene debatiendo con fuerza a E.U. y que se muestra como uno de los asuntos más problemáticos de esta nación de 320 millones de habitantes.
Revisando el pasado reciente, por supuesto, sale a relucir que en Baltimore los afroamericanos no solo protestan por la muerte de Gray, sino por los asesinatos de Michael Brown, en Ferguson, Missouri; Eric Garner en Staten Island, Nueva York; el niño Tamir Rice, en Cleveland, Ohio; y Walter Scott, en North Charleston, South Carolina.
La mayoría de los que marchan en Baltimore tiene esas muertes en mente, aunque es consciente de que se trata de la punta del iceberg, porque varios otros casos no han tenido el mismo cubrimiento mediático o incluso ni han trascendido.
Pero otros solo se han enfocado en generar daños y saquear, sin consideración por cómo este accionar afecta la imagen de las protestas ni qué puedan decir de ellas quienes se oponen a la movilización. Así, las autoridades informaron que 15 oficiales resultaron heridos, seis de ellos de gravedad. También, del combate en curso a cientos de incendios, en especial en el sector de West Baltimore, tras el funeral de Gray.
Más allá de lo que afirman policía y manifestantes, la ciudad parece estar suspendida a todo nivel y alejada de su cotidianidad. Los colegios cerraron el martes. Un partido de béisbol de los Orioles fue cancelado y los negocios y estaciones de tren no abrieron en esta urbe de 620.000 habitantes, situada a 64 kilómetros de la capital federal, Washington.
Baltimore es una señal
El consenso de expertos y líderes de opinión es que el asunto pone de manifiesto una problemática que se veía superada en E.U: Las muertes relacionadas a tensiones raciales o, incluso, a un directo racismo que, para agravar las cosas, puede estar presente en parte de las autoridades del país.
“Hay problemas muy serios en E.U. en la relación de las autoridades con la ciudadanía, en especial con las minorías. Todo esto ocurre especialmente después del 11 de septiembre. En nombre de la seguridad, se han vulnerado distintas garantías que tenía el ciudadano. Se han aprobado muchas medidas, políticas, actitudes y métodos que en el pasado no hubieran sido tolerados. La gente, por decirlo así, ha aceptado, en nombre de la seguridad, el renunciar a muchos de sus derechos civiles”, explicó a EL COLOMBIANO Emilio Viano, politólogo y docente de la American University (Washington D.C).
“Tenemos por tanto ahora una policía que está en pie de guerra. Es mucho más agresiva y paranoica. Además de esto, tras el fin de la Guerra de Afganistán, mucho del armamento que fue traído de vuelta al país terminó lamentablemente en manos de estas autoridades. Hay departamentos de policía que están preparados prácticamente para una guerra. Es un panorama preocupante”, agregó.
Otro factor influye en la problemática, y es que casi ningún departamento de policía del país ejerce un serio control y seguimiento al estado psicológico de sus agentes, hecho por el que se ven más dados a verse involucrados en estos casos, que se repiten y que tienen a la opinión pública estadounidense debatiendo.
“Se deben utilizar pruebas psicológicas para descartar gente violenta que se quiere unir a la policía. Es claro que hay violentos que saben que si matan como un ciudadano común, pues irán a la carcel, pero como agentes será mucho más difícil que esto ocurra. No tenemos en estas instituciones exámenes para determinar esto. Por otra parte, se debe reentrenar a las autoridades y eliminar los métodos de ‘dispara primero, discute después’”, argumentó.
Mientras tanto, el gobernador de Maryland, Larry Hogan, anunció ayer el envío de la Guardia Nacional a la ciudad para controlar la situación de orden público. “Vamos a utilizar los recursos, las herramientas, y el pie fuerza que sea necesario para que los ciudadanos sepan que van a estar seguros. No vamos a permitir que se repita lo que ocurrió anoche (lunes). Vamos a asegurarnos de que encarrilamos de nuevo a Baltimore”.
Viano consideró que esto en nada resuelve el asunto: “Enviar miles de soldados para imponer orden no evitará que en el futuro se presente algo similar. Hay que ir a las raíces del problema, enfrentar un racismo institucionalizado, combatir las condiciones precarias en ciudades como Baltimore, el desempleo, y brindar más oportunidades al colectivo”.
