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La discutida emergencia nacional por la oleada migratoria, declarada por el presidente Donald Trump, encontró en las estadísticas una defensa formidable: febrero fue el mes con mayor cantidad de detenciones de migrantes ilegales desde octubre de 2013, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
En los 28 días del mes anterior, 76.103 personas fueron interceptadas por las autoridades fronterizas; el doble que en el mismo mes de 2018 y el mayor registro de febrero en los últimos 12 años. 6.800 de estos migrantes, fueron niños sin ninguna compañía, lo que para el jefe de la CBP, Kevin McAleenan, representa “una crisis humanitaria y de seguridad nacional en nuestra frontera suroeste”, según dijo en un comunicado.
Sus declaraciones están alineadas con la argumentación que, a mediados de febrero, usó Trump para declarar la situación de emergencia nacional. Esta, en caso de no ser anulada por el legislativo o las Cortes, le permitirá destinar unos 6.600 millones de dólares no aprobados por el Congreso para construir un muro en la frontera sur y cumplir su mayor promesa de campaña.
El dato de las detenciones de migrantes llega a pocos días de que el Senado, con apoyo de cuatro legisladores republicanos, vote el 15 de marzo una resolución ya aprobada en la Cámara para intentar anular la emergencia nacional.
Para Rodolfo Casillas, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), este récord debe leerse bajo el filtro de la campaña presidencial en Estados Unidos en la que se espera que Trump busque la reelección.
Explica que hay cierto margen de error en la cifra dada por la autoridad migratoria, pues esta cuenta el número de detenciones, no de personas que intentan cruzar ilegalmente desde México. Por lo tanto, “aumentar operativos en estados clave como California, Texas y Arizona, le permite al gobierno tener cifras espectaculares”.
En cualquier caso, como señala David Castrillón, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, los partidarios de Trump podrían responder que no se trata de cifras maquilladas y que lo que prueba este aumento es que hay incluso más migrantes cruzando de los que suelen registrarse.
Otra de las revelaciones de la CBP es que más de la mitad de los migrantes detenidos en febrero viajaba con sus familias. Esta realidad, de alguna forma, también favorece el discurso de Trump, quien se vio obligado a flexibilizar las normas para estos casos tras el debate que generó la separación de varios niños de sus padres detenidos por la guardia fronteriza.
Actualmente, no se puede detener a grupos familiares con menores de edad por más de 20 días. Luego de este plazo, la norma obliga a liberar a estas personas, lo que aumenta el número de extranjeros irregulares en la zona de frontera.
Con todo esto, de acuerdo con Castrillón, le resultará muy difícil a los senadores republicanos desertores votar en contra de una emergencia nacional que, en los números, el gobierno está demostrando.
Pero los datos de la CBP no solo ratifican las palabras de Trump, también niegan algunas. Por ejemplo, como señala Castrillón, que la mayoría de personas que intentan llegar desde Centroamérica son delincuentes. “Las estadísticas demuestran que se trata de mujeres y hombres con sus hijos e incluso de niños que viajan solos, no de las Maras Salvatruchas”, apunta Castrillón.
Si quienes llegan hasta la frontera son menores de edad enfermos, como los dos niños quienes murieron a finales del año mientras eran custodiados por la guardia fronteriza, se hace difícil para Trump convencer al Congreso de que la respuesta lógica contra ellos son medidas de guerra, una de las justificaciones recurrentes de las declaraciones de emergencia nacional de anteriores presidentes como Obama.
Además, este aumento repentino de las cifras de migrantes, pone en duda si la mano dura aplicada por Trump es tan efectiva. Una suspicacia que es trasladable al muro, en caso de que se logre su construcción.
Para Casillas, el efecto de esta barrera sería más psicológico que práctico y, en efecto, desalentaría a muchas personas a emprender el camino a pie desde sus países hacia el norte.
Pero no a todos. A veces, como señala Casillas, “las realidades son más necias que los miedos. Y si la realidad violenta de tu país te expulsa, pues te vas, sin importar los obstáculos que haya en el camino”