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Filipinas entró a un callejón del que se desconoce su salida en junio de 2016, cuando su presidente, Rodrigo Duterte, tomó posesión para un periodo de seis años. El político que se califica de centro derecha propuso el regreso de la pena de muerte por ahorcamiento como “venganza” contra criminales, emprendió una guerra contra el narcotráfico que en menos de tres años dejó a 5.176 ejecutados por la policía, alardeó de su intento de violación a una empleada del servicio y ahora quiere cambiar el nombre de su país.
Este es un término que se refiere a las civilizaciones feudales prehispánicas y significa “nobleza”, aunque no hay un consenso sobre su definición y otros aseguran que denota “dueño de esclavos”. No es una idea de Duterte, viene de un hombre al que el presidente admira: el fallecido dictador Ferdinand Marcos (1965-1986), quien fue acusado de haber saqueado los bienes del país y cuya exprimera dama, Imelda Marcos, fue condenada en noviembre de 2018 a 77 años de cárcel por corrupción.
Para Alejandro Godoy especialista en temas de Asía y Medio Oriente y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, son medidas que este tipo de mandatarios toman “para hacer una cortina de humo sobre la situación interna. Se escuda al decir que es borrar el pasado colonial, pero el momento en el que debió cambiar fue, en 1898, cuando se independizaron”.
Un antecedente que, aunque molesta a Duterte, permitió convertir a Filipinas en un territorio unificado, debido a que el archipiélago estaba poblado por clanes feudales independientes, según explicó a la Agencia Efe el historiador filipino Xiao Chua, y aunque consiga cambiar el nombre, no puede borrar la historia.
No es una cuestión filipina. Birmania dejo de llamarse como tal en 1989 y pasó a ser República de la Unión de Myanmar, cambio liderado por la dictadura militar que tuvo ese país entre 1962 y 2011. Si bien Naciones Unidas y la Unión Europea reconocieron la denominación, tres décadas después aún retumba el nombre Birmania.
República Democrática del Congo también se llamó Estado Libre del Congo, seguido por Congo Belga, luego Congo-Léopoldville, después República del Congo, hasta que el dictador de Mobutu Sese Seko quiso nombrarlo Zaire y, por fin, en 1997, llegó al nombre actual.
Sin ir más lejos, Hugo Chávez cambió el República de Venezuela por República Bolivariana de Venezuela en 1999, después de la publicación de la Constitución de ese año. Por su parte, Rusia dejó de conocerse como la Unión Soviética en 1991, hecho que significó la independencia de las quince repúblicas que la integraban. Ejemplos que tienen un punto en común: el carácter autoritario de los regímenes que los gobiernan.
Dejar de hablar de Filipinas y dar inicio a la era de Maharlika implica una reforma en las relaciones internacionales, con organismos multilaterales y monetarios y los asuntos económicos necesitarían un nuevo procedimiento legal y administrativo, así lo explica Ernoko Adiwasito, profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Dutere quiere conseguirlo: un presidente polémico que alardea de un abuso sexual y ahora arremete contra el nombre del país que gobierna y lo vio nacer.