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“Los verdaderos golpistas están en Miraflores”

EL COLOMBIANO entrevistó a María Corina Machado, una de las caras más visibles de la oposición venezolana frente al régimen chavista.

  • Tras detener a los opositores, Leopoldo López y Antonio Ledezma, el gobierno chavista acusó a María Corina Machado de “planear” un golpe de Estado. FOTOS archivo-AFP
    Tras detener a los opositores, Leopoldo López y Antonio Ledezma, el gobierno chavista acusó a María Corina Machado de “planear” un golpe de Estado. FOTOS archivo-AFP
  • “Los verdaderos golpistas están en Miraflores”
15 de marzo de 2015
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La sombra de una prisión política, de la falta de libertad solo por defender los valores democráticos — frente a un régimen llamado por ONG, instituciones y líderes alrededor del mundo como “dictatorial”—, se cierne sobre María Corina Machado (Caracas, 7 de octubre de 1967).

La exdiputada venezolana, expulsada de la Asamblea Nacional en marzo de 2014, por denunciar ante la Organización de Estados Americanos (OEA), como representante alterna de Panamá, los graves crímenes que se dan en su país —algo que según la mayoría chavista en el Legislativo y su presidente, Diosdado Cabello, fue supuestamente en contravía a la ley—, sigue en cualquier caso luchando por la libertad en Venezuela y porque el pueblo salga de la escasez, de la violencia y la crisis.

Ese activismo le ha valido presión desde el gobierno de Maduro, que la acusa de haber orquestado reiteradas intentonas golpistas. Ficticios o no estos señalamientos, ya sus compañeros de lucha, como Leopoldo López y Antonio Ledezma, están detenidos bajo procesos que organismos multilaterales como la ONU y Amnistía Internacional han calificado de “arbitrarios” y “politizados”.

A María Corina no la doblega el temor de ser la próxima presa política del régimen porque cree que, tal como están las cosas en Venezuela, a cualquier persona que disiente le podría ocurrir. La respuesta ante esto, tal como explicó a EL COLOMBIANO en entrevista, es que la “ciudadanía se siga movilizando y siga generando conciencia”. Por lo pronto, una de las caras más visibles de la oposición venezolana sigue, a pesar de todo lo que ocurre, teniendo el mismo carácter y estilo directo para denunciar la crisis económica, política y social de la nación hermana.

Usted como ingeniera, ¿cómo decide que la política es su camino a seguir?

“Yo soy de una generación que creció sintiendo rechazo y hastío profundo por la política y los políticos. De alguna forma, el sistema de partidos estaba siendo tan cuestionado en Venezuela que muchos veíamos dicha labor como la última a la que queríamos dedicarnos. Sin embargo, hoy en día me arrepiento de no haberme decidido a asumir la política como mi obsesión desde mucho antes. Sentíamos que entrar en ella implicaría hacer algún tipo de concesión en nuestros principios y valores. Pero tras 20 años de activismo, nos damos cuenta que la política es servicio y posibilidad de transformar vidas humanas. No hay nada que tenga más honor que eso”.

¿En esa forma de ver su labor radica su éxito actual?

“Creo que en mi país, en la Venezuela de hoy, si hay algo que los ciudadanos queremos es la verdad. Las cosas por su nombre. Y por ese motivo la política que yo hago es desde la conciencia y desde el corazón. Yo me aferro a las verdades y por ellas lucho. En este momento, más que nunca, una política con ética, con valores, es lo que requiere el país. En todos los ámbitos nuestra nación necesita referentes éticos. Eso es lo que hace la diferencia y lo que la ciudadanía espera”.

Yendo a la historia, en 1992 Chávez intenta sin éxito un golpe de Estado. Tras salir de la cárcel, en 1998 triunfa en elecciones. ¿Llegó usted a pensar que ese presidente le traería algún avance a Venezuela?

“Nunca creí en Hugo Chávez, precisamente por su pasado golpista y su trayectoria, que demostraban que este no creía a su vez en la democracia. Sin embargo, sí entendí que un gran sector del país en determinado momento pusiera sus ilusiones en él. Una persona con una enorme habilidad de comunicación. Y debo decir que también tuvo mucha suerte, porque cuando llegó al poder el precio del petróleo estaba en 8 dólares, y en 2008 subió hasta 150. Estoy convencida que, como decimos los venezolanos, sin ese chorro de plata, no hubiera podido él instalar un mecanismo de control político y social tan feroz como el que desarrollaron. Pero siempre he dicho algo. Cuando el chavismo afirma que este sistema quiere a los pobres, yo siempre he repetido ‘sí, los quiere bien pobres’. Los necesita así, absolutamente dependientes del Estado”.

En 2002 es Chávez quien sufre una intentona golpista, frustrada en dos días. ¿Qué opina sobre este suceso?

“Aunque en Venezuela existe hoy una dictadura, yo, como demócrata, solo creo en los mecanismos constitucionales para intentar derrotarla. En ese tiempo hubo simultáneamente un movimiento cívico, pacífico, legítimo, y por otra parte un sector que cometió acciones extraconstitucionales. En el primero, lo que ocurrió durante 2002 es que se involucró a millones de ciudadanos para exigir pacíficamente el retorno a la democracia. De ese grupo me enorgullezco de pertenecer”.

Pasemos a la actualidad. El régimen la señala de planear supuestamente un golpe de Estado. ¿Qué opina de estas acusaciones?

“Al contrario, los que sí saben de esos delitos son los que están en el poder. Desde Miraflores, de manera sistemática, han dado un golpe de Estado contra la Constitución. De eso sí sabe Maduro. Leopoldo López, Antonio Ledezma y yo le hemos planteado al país la necesidad de un gran acuerdo nacional para, en paz, lograr la transición a la democracia. Suscribimos un documento que plantea eso: lo que hay que hacer para unir a Venezuela y para resolver la emergencia nacional que hoy vivimos. No solo se trata de la falta de comida, salud o seguridad. Es una emergencia profunda en el ámbito moral. Los venezolanos enfrentan una dictadura militarista y mafiosa. Lo he estado diciendo desde hace años pero pocos me creían. Hoy, desgraciadamente los hechos y las vivencias así lo demuestran. Por eso quiero pedirle, en esta hora, a nuestros hermanos latinoamericanos, y muy especialmente a los colombianos, que eleven sus voces junto a las nuestras, y que asuman con nosotros que sí tenemos la fuerza para lograr que Venezuela salga de esta tragedia por la vía democrática”.

El régimen detuvo a Leopoldo López, en febrero de 2014. Este año fue el turno de Antonio Ledezma. ¿Usted teme hoy por su libertad?

“En Venezuela todos tememos por nuestra libertad. Así como sabemos todos que nuestra vida está en peligro. Mientras usted y yo hablamos, hay tres sindicalistas de Sidor (Siderúrgica del Orinoco) presos en la cárcel de La Pica, en Monagas. Hay periodistas presos. Hay gerentes de cadenas populares de abasto, que fueron citados al Palacio de Miraflores a una reunión con el ministro de la Alimentación, y cuando salieron los estaba esperando el Sebin, que se los llevó. Siguen encerrados. Está preso el alcalde Daniel Ceballos, secuestraron a Ledezma. Preso Leopoldo, presos los estudiantes. Claro que Maduro me lo recuerda cada vez que puede. Y me envía esos mensajes intimidándome a mí y a mis hijos. Pero la realidad es que hoy en Venezuela todo el que piensa distinto está sometido a estas amenazas, donde no hace falta ni delitos, ni se siguen mínimas formalidades jurídicas para que lo detengan a uno. Eso tiene un solo nombre, eso pasa en dictaduras”

¿Se ha imaginado usted en la cárcel? ¿Cómo sería su vida en ese caso?

“No me imagino mi vida así. Yo nací para la libertad. Las prisiones venezolanas además son un infierno. Hoy (viernes) amaneció muerto un preso político, Rodolfo González. Se especula si fue o no un suicidio. Pero esa muerte es responsabilidad del régimen y de Maduro. Todo índica que ese señor es absolutamente inocente. Así lo sabemos quienes conocemos a su familia y quienes sabemos lo que es capaz de hacer el gobierno.

Tenía casi un año preso, en condiciones abominables. Y amenazado el miércoles de ser trasladado a una cárcel común, que es un infierno. ¿Cómo puede alguien pensar que puede haber tranquilidad frente a la restricción de la libertad que impone este régimen? Las consecuencias son demoledoras. Yo tengo tres hijos ¿cómo se sentirían? ¿Y cómo se sienten los niños en Venezuela cuando ven que a sus padres los pueden detener en cualquier momento? E incluso los matan también a ellos, como ocurrió con un menor, de 14 años, hace dos semanas en San Cristóbal”.

Usted ha estado atenta del caso López, ¿cómo puede evidenciar que este proceso judicial no es legítimo?

“Los propios testigos del régimen, antes aterrorizados y manipulados, terminan declarando sobre su inocencia. No hay una sola prueba. Ahora pretenden acusarlo por lo que se supone quiso decir en Twitter. Es tan grotesco este proceso que la ONU, la UE y los congresos del mundo, hasta la Cancillería colombiana que ha mantenido mucho silencio estos años, han dicho que hay que liberarlo”.

Precisamente, ¿cómo ve la política exterior de Santos frente a lo que ocurre en Venezuela? ¿Piensa que debe hacer mucho más?

“Eso lo creemos todos los venezolanos, pero además creo que el pueblo colombiano también lo siente así. Ambos países tenemos un pasado y un futuro en común, y solo habrá paz en los dos si el régimen venezolano deja de ser cómplice de la guerrilla, los narcotraficantes y los paramilitares. Venezuela está siendo utilizado por estos grupos como un lugar de protección. Es por eso que nos afecta a ambas naciones de manera directa los errores del chavismo. Nos sorprende que no se haya elevado la voz por parte de ningún gobierno latinoamericano para que se convoque con carácter urgente una reunión regional para evaluar la situación en mi país”.

¿Cree que el gobierno venezolano está colaborando realmente para la paz de Colombia?

“No lo creo, por todo lo que he dicho anteriormente. El régimen no busca la paz para Colombia, como tampoco la busca para Venezuela”.

¿Cómo vio las sanciones que impulsó el presidente Barack Obama contra funcionarios chavistas?

“Todos los países que forman parte de la ONU y que han suscrito la Convención contra la Tortura, tienen la obligación de hacer justicia cuando existen casos de tratos inhumanos. Eso implica investigación y sanción. Antecedentes hay muchos, como España interviniendo frente a la dictadura de Pinochet en Chile. Los derechos humanos son una responsabilidad internacional, y su violación concierne al mundo. En este sentido sorprende es el silencio latinoamericano ante lo que pasa”.

El exmandatario español Felipe González, dijo que la solución es el diálogo. Ustedes se sentaron a hablar con el oficialismo en 2014, pero este fracasó y la situación no mejoró. ¿Usted coincide con González?

“El hilo conductor de la transición a la democracia es el diálogo. Todo demócrata defiende como condición esencial el debate entre ciudadanos. Pero es un diálogo genuino, no uno humillante. El año pasado yo dije ‘mucho cuidado’, porque queríamos un proceso para la transición a la democracia, no para estabilizar a la dictadura. Por eso el resultado de todo eso fue que mermó la presión internacional sobre el régimen, y que exigía el respeto a los derechos humanos. Por eso en este momento, para poder plantear un genuino diálogo, nuestra condición eje es que la dictadura libere a los presos políticos”.

En este año de elecciones, muchos politólogos dentro y fuera de Venezuela hablan de una oposición fraccionada, ¿usted lo ve así?

“En todas las elecciones recientes la oposición ha ido unida. Pero esto después de un proceso participativo, de pluralismo y de respeto a distintos puntos de vista. De diferentes visiones sobre como derrotar al régimen de Venezuela. Eso demuestra, por el contrario, nuestra madurez, nuestra fortaleza y nuestra vocación democrática”.

Otros también aseguran que Capriles no es ya la cara principal de la oposición.

“Lo importante no es concentrar esta discusión en un liderazgo. Este fue el drama previo de Venezuela, el centrar la política en una visión de caudillos. Hemos visto como en estos años han emergido miles de líderes. En los estudiantes, sindicalistas, madres y familiares de víctimas, periodistas, defensores de derechos humanos. El país está viviendo un proceso extraordinario de efervescencia ciudadana y una conciencia sin precedentes. Es claro que hay que articular estos vínculos. Pero no se trata tanto de una lucha electoral, sino existencial de toda la sociedad. Se trata de conquistar la libertad, la democracia y la dignidad. Por tanto, que la ciudadanía genere los cambios”.

¿Cree que el chavismo está demorando las elecciones para cuando le convenga?

“Creo que, como dijo una vez Fidel Castro acá en Caracas a Luis Michelena, ‘las revoluciones solo hacen elecciones cuando están seguras que van a ganar’. Y si de algo está seguro el oficialismo es que está abocado a perder”.

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