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El gobierno alemán de Angela Merkel acordó este miércoles retirar sus tropas de la base turca de Incirlik, desde donde apoya a la coalición internacional contra el grupo Estado Islámico (EI), tras meses de desencuentros y tensiones con Ankara.
Después de que el lunes el ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, intentara por última vez convencer a las autoridades turcas de que permitieran a los diputados alemanes visitar a sus soldados, el Consejo de Ministros aprobó la mudanza a una base jordana.
Se trasladarán los alrededor de 280 soldados germanos destacados en Incirlik, así como los aviones de reconocimiento Tornado y de abastecimiento en vuelo allí desplegados, pero Merkel restó relevancia a este divorcio entre dos aliados de la Otan y abogó por la cooperación con Turquía.
El enfrentamiento en torno a la base, señaló en una rueda de prensa la canciller, es un asunto “muy local” que queda resuelto con el traslado a Jordania y que no tiene por qué empeorar las ya complicadas relaciones entre Turquía y Alemania, donde residen cerca de tres millones de ciudadanos con raíces turcas.
Con su habitual pragmatismo, la canciller recordó que el diálogo con Ankara sigue siendo “muy importante” vistos los numerosos intereses compartidos, desde la gestión de los flujos de refugiados hasta las intensas relaciones económicas.
“Hoy hemos sido muy claros, pero también seremos inteligentes”, resumió su portavoz, Steffen Seibert, al subrayar que el alejamiento de Turquía de la Unión Europea, o a la inversa, no beneficiaría a nadie.
La base de Incirlik se convirtió en una de los ejes de las disputas bilaterales ya el año pasado, cuando Ankara prohibió la visita de una delegación parlamentaria alemana poco después de que el Bundestag aprobara una resolución de condena del “genocidio armenio” que desató las protestas de Ankara.
Intransigencia turca
Merkel llegó a interceder personalmente sin éxito ante el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para que se autorizaran las visitas de los miembros del Bundestag, la cámara parlamentaria que aprueba las misiones militares y que, por lo tanto, sostiene Berlín, debe tener acceso sin restricciones a las tropas.
Pero el veto se repitió este año, entre duras críticas de Ankara a Berlín por dar asilo a personas vinculadas a la red del predicador islamista Fethullah Gülen, al que Ankara acusa de instigar el fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio.
Para el Ministerio de Exteriores alemán, está claro que Turquía ha impuesto el veto a Incirlik “por motivos políticos internos” y ha “obligado” a Alemania a irse, señaló el portavoz de ese departamento, Martin Schäfer.
Solucionar este problema, aunque haya implicado la retirada de las tropas, permitirá “concentrarse en otros puntos”, señaló Merkel tras reconocer que “hay ya suficientes dificultades”.
En esa lista de dificultades están, por ejemplo, los casos del periodista germano-turco del diario “Die Welt” Deniz Yucel y la traductora alemana Mesale Tolu, ambos detenidos en Turquía y acusados de propaganda terrorista.
La brecha entre los dos países quedó de manifiesto durante la pasada campaña del referéndum para la reforma constitucional organizado por Ankara, cuando se prohibieron varios mítines de ministros turcos en Alemania y Erdogan llegó a acusó a Berlín de “prácticas nazis”.
Después de que el Consejo de Ministros aprobara el plan de Defensa para abandonar la base de Incirlik, la titular del departamento, Ursula von der Leyen, explicó que hablará con los aliados de la coalición internacional, y en especial con EE. UU, para diseñar una mudanza “escalonada” que no perjudique la misión.