La dura guerra que le desató el régimen de Nicaragua a la Iglesia Católica, institución que se opone con fuerza a Daniel Ortega, acaba de tocar a la esfera más alta de la institución religiosa. En efecto, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, fue detenido por la Policía en la mañana e este viernes.
Lo que se sabe es que la Policía irrumpió en la curia de Matagalpa –en el norte del país–, donde Álvarez permanecía sitiado desde hacía dos semanas, y lo trasladó a Managua, la capital.
“El señor obispo se mantiene en resguardo domiciliar en esta ciudad capital”, dijo la Policía en un comunicado, aunque no precisó de quién era el domicilio. “Ha podido reunirse con sus familiares esta misma mañana”, así como con el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, agregó.
La entidad explicó que fue trasladado desde la curia de Matagalpa (norte) a Managua “con respeto y observación de sus derechos”. Pero una versión diferente tiene Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), quien le dijo a la AFP que la intervención policial en la curia se produjo “con violencia”.
En todo caso, la Policía precisó que tomó la decisión de trasladar a Álvarez de la curia debido a que persistía en sus actividades “desestabilizadoras y provocadoras”. Los ocho sacerdotes, seminaristas y un laico que permanecían con Álvarez en la curia también fueron llevados a Managua. Todos están bajo investigación.
Álvarez estaba sitiado en la curia de Matagalpa por la policía desde el 4 de agosto en el marco de una pesquisa por “organizar grupos violentos” e incitar al “odio” para “desestabilizar al Estado de Nicaragua”, después de que el obispo denunciara el cierre por parte de las autoridades de cinco emisoras católicas y reclamara al gobierno de Daniel Ortega respeto a la “libertad” religiosa.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se mostró “muy preocupado por el grave cierre del espacio civil y democrático en Nicaragua, y por recientes acciones contra organizaciones de la sociedad civil, incluidas las de la Iglesia católica”, dijo el portavoz Farhan Haq a periodistas en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York.
A esta alerte se sumó la del obispo nicaragüense Silvio Báez, quien condenó –desde Miami ví Twitter– lo que llamó “el secuestro nocturno” de Álvarez.
“Qué indignante, se han llevado a monseñor Rolando Álvarez, con los sacerdotes que estaban con él. ¡Basta ya de tanto silencio!, hablen quienes tienen que hablar y dar la cara, a eso se le llama pecado de omisión”, dijo por su lado el sacerdote Edwing Román, exiliado en Miami.
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) invitó a orar por el obispo, mientras que la jerarquía católica del Perú expresó su solidaridad y dijo que acompaña “de modo particular, con su oración, a quienes han sido privados de su libertad”.
Al cierre de esta edición se mantenía el silencio absoluto del Papa Francisco, máximo jerarca de la iglesia católica en el mundo, a quien le han pedido –desde diversos sectores– rechazar con vehemencia lo que se considera es un ataque del régimen de Ortega a esta religión.
La tensión crece
La detención de este obispo ocurre en medio de los roces de la Iglesia con el gobierno de Ortega, un exguerrillero de 76 años que se mantiene en el poder desde el 2007, amparado en tres reelecciones sucesivas, la última en noviembre de 2021 con sus opositores presos o exiliados.
Ortega acusa a los obispos de “golpistas” por apoyar las protestas opositoras de 2018.
En medio de la crisis, la Iglesia intentó en 2018 y 2019 mediar un diálogo entre el gobierno y la oposición.
El mandatario reprochó a los obispos haber acogido una propuesta opositora que buscaba resolver la crisis adelantando los comicios del 2021.
Desde entonces, las relaciones han ido en deterioro. Este año se cerraron medios católicos, entre ellos el canal de la Conferencia Episcopal, y la reciente detención del sacerdote Oscar Benavídez, sin que se conozcan las razones.