viernes
7 y 9
7 y 9
Ayer en Hong Kong se encontraron en las calles decenas de miles de ciudadanos –que protestaban contra un proyecto de ley de extradición– y las fuerzas antidisturbios, cada bando con sus propios carteles.
En los de los manifestantes podían leerse mensajes más políticos, como “que se joda China” o “nos han subestimado”. En los de las fuerzas de seguridad, en cambio, había una advertencia solo posible en un lugar tan poco acostumbrado a las protestas como ese: “Peligro, gases lacrimógenos”.
Más que un aviso, las pancartas fueron una premonición. La de ayer fue, según explicó el analista político Dixon Sing a la agencia AFP, “la jornada de violencia política más grave desde la retrocesión”, es decir, desde 1997, cuando esa región fue devuelta a China bajo una forma de gobierno que le permite cierta autonomía, luego de un siglo de ocupación colonial británica.
Ese modelo, denominado “un país, dos sistemas” (ver recuadro), es el que está en juego para los opositores que salieron ayer a las calles.
El origen de la disputa —la ley de extradición—, permitiría que ciudadanos de Hong Kong sean procesados en otros países con los que este territorio no tiene este tipo de tratados, entre ellos China.
Aunque en principio el proyecto no incluiría la extradición por delitos políticos, para los críticos la intención real de la iniciativa es darle la posibilidad a China de encarcelar a los disidentes al régimen del Partido Comunista que aprovechan la mayor libertad de expresión en Hong Kong, para oponerse abiertamente al modelo encabezado por Xi Jing Ping.
Como explica Lina Luna, coordinadora de estudios asiáticos de la Universidad Externado, otro temor de los manifestantes es que la ley sea el primer paso de una mayor intromisión de China en los asuntos de Hong Kong.
Esto, pese a que el modelo de 1997 brinda a este territorio la posibilidad de tener su propio gobierno, relaciones exteriores, sistema económico e instituciones judiciales durante 50 años, hasta el 2047.
En principio, la repuesta en la calle parece haber alejado este escenario, pues el Parlamento de Hong Kong aplazó la votación del proyecto hasta una fecha indefinida, sin embargo, la ministra jefe, Carrie Lam, insistió en la necesidad de la ley, por lo que un posible nuevo enfrentamiento ha quedado también pospuesto