Poco se sabe sobre lo que sucedió hace un año con el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, que partió desde Amsterdam hacia Kuala Lumpur. Ese jueves murieron 298 personas, después de que el avión comercial se estrelló en el área de Donetsk, en el este de Ucrania. Holanda, líder de la investigación, afirmó ayer que no dará a conocer los resultados hasta octubre.
El comité investigador lo conforman representantes de Australia, Malasia, Rusia, Ucrania, Reino Unido y Estados Unidos. Todos coinciden en que el proceso no ha sido fácil debido a los obstáculos para la entrada de observadores internacionales a Donetsk, terreno controlado por separatistas prorrusos durante una guerra civil que ha dejado, según Naciones Unidas, 6.500 muertos.
La cadena CNN divulgó ayer que la investigación atribuye la caída del avión a los rebeldes prorrusos, lo cual desencadenó un vaivén de acusaciones entre las autoridades ucranianas y los insurgentes prorrusos.
La postura oficial rusa apunta hacia la importancia de que la investigación concluya para poder pensar posteriormente en castigar a los responsables del derribo. “Va en interés de todos acabar cuanto antes la investigación”, afirmó el presidente ruso Vladimir Putin.
En cuanto a la posibilidad de crear un tribunal internacional para juzgar a los culpables del incidente, el presidente ruso la consideró “prematura y contraproducente”. Rusia vetará cualquier proyecto al respecto y afirmó que la versión “solo interesa a unas partes”.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también cargó ayer contra el proyecto de resolución de la ONU sobre el Boeing malasio “por calificar esta catástrofe como una amenaza a la paz y seguridad mundiales”.
Recordó que el Consejo de Seguridad nunca calificó estas catástrofes como amenaza a la paz mundial, señalando el caso del avión iraní derribado involuntariamente por la Marina estadounidense en 1988.
“Ni siquiera en el caso de Lockerbie se creó un tribunal internacional”, subrayó el jefe de la diplomacia rusa en alusión al atentado contra un avión estadounidense, que cayó el 21 de diciembre de 1988 sobre Lockerbie, Escocia.