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La ambición de una organización por consolidar un corredor de narcotráfico entre el Pacífico Sur de Colombia y el occidente de Venezuela, y la violencia de sus antiguos aliados para impedírselo, es el origen del conflicto que tiene al rojo vivo la frontera entre ambas naciones.
Esta es la principal hipótesis de los organismos de Inteligencia sobre la disputa entre disidencias de las Farc en límites de Arauca y Apure, que en los últimos tres meses involucró a las Fuerzas Armadas Venezolanas y ha producido miles de desplazamientos forzados, asesinatos y presuntas ejecuciones extrajudiciales.
De un lado, están las huestes de Miguel Botache Santillana, alias “Gentil Duarte”, quien empezó a formar su ejército ilegal en plenas negociaciones del Gobierno y la guerrilla en La Habana. Fue el primer comandante en declararse en desobediencia con la estructura subversiva en 2016, y desde entonces tendió las redes para convertirse en uno de los narcos más poderosos del país.
En la esquina contraria está la Segunda Marquetalia, liderada por Luciano Marín Arango (“Iván Márquez”) y otros jefes históricos de las Farc, como “Jesús Santrich”, “el Paisa” y “Romaña”. Tras haber firmado el desarme, y obtener los beneficios pactados, regresaron a las armas en 2019, instalándose en territorio vecino, presuntamente entre los estados de Barinas y Apure.
Agencias de seguridad estadounidenses y colombianas han denunciado desde entonces que los hombres de “Iván Márquez” tendrían una sociedad con el Cartel de los Soles, como se ha denominado a una red de oficiales corruptos de la Fuerza Pública venezolana, con tentáculos en el narcotráfico transnacional, el contrabando y el tráfico de armas.
Aunque hubo intentos de acercamiento entre los excamaradas, la verdad es que “Iván Márquez” no logró recomponer el antiguo secretariado ni “refundar” las Farc, como se lo había propuesto. Al contrario, encontró una sangrienta oposición en muchos de sus otrora subordinados.
Las tensiones que se venían acumulando el año pasado estallaron en enero de 2021. ¿Cuál fue la razón? Para entender las causas, EL COLOMBIANO consultó agentes de Inteligencia del Ejército y de la Policía, que detallaron el mapa de la confrontación.
Corredores de violencia
Cuando se analiza la disposición de los frentes y columnas móviles de cada facción, se observa que “Gentil Duarte” concentra una gran cantidad de ellas en el Suroccidente, agrupando cinco subestructuras en Nariño, Cauca y Valle, y cinco más que les dan respaldo en Putumayo, Caquetá, Huila y Tolima (ver la infografía).
Esta disposición territorial le da ventaja estratégica en el acceso a los enclaves más grandes de Colombia para la siembra y procesamiento de coca, así como a las rutas marítimas de exportación de cocaína por el Pacífico Sur.
“Lo que empezamos a ver, es que la gente de ‘Gentil’ está tratando de crear un corredor entre esta zona y Apure, enlazando varios frentes residuales en el trayecto”, relató una de las fuentes. Y prosiguió: “Entre la evidencia que hemos encontrado de estos movimientos, está el incremento de las incautaciones de droga en Arauca, de marihuana cripa procedente de Cauca y cocaína procesada en Nariño”.
Según registros de la Fiscalía, el pasado 5 de agosto el CTI y el Ejército interceptaron en una vía del municipio de Arauquita un camión con 1.071 kilos de cripa; doce días después, en la vereda Guadalajara, del municipio de Tame (Arauca), cayó otro camión con 947 kilos de la misma sustancia canábica, procesada en el norte de Cauca y con destino a Venezuela.
La situación se repitió el 27 de enero, en la plaza de mercado de Arauquita, donde un perro antinarcóticos de la Policía detectó 100 kilos de cripa en una camioneta. Fueron detenidos un colombiano y un venezolano, presuntos integrantes del frente 10.
Precisamente este frente, junto al 28, es la punta de lanza de las huestes de “Gentil” en Apure. Ambas subestructuras están en proceso de expansión, tanto allá como en suelo colombiano. El pasado 7 de abril, la Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana por el riesgo que implican las acciones de estos dos grupos en la frontera de Casanare con Boyacá, donde podría haber enfrentamientos con rivales del Eln y el Clan del Golfo que también trasiegan la zona.
Al mando de Jorge Jiménez Martínez (“Arturo” o “Jerónimo”) y Ómar Pardo Galeano (“Antonio Medina”), respectivamente, los frentes 10 y 28 están penetrando en distintos sectores de Apure, una región que, en términos del negocio ilegal, funciona como plataforma de exportación de la cripa y la cocaína por la ruta del Caribe. Las fuentes señalan que hay múltiples pistas clandestinas y que cada semana despegan avionetas cargadas de droga hacia el exterior.
Si conquista este territorio, “Gentil” tendría rutas de exportación por el océano Pacífico y el Atlántico.
En Apure, sus combatientes chocaron contra los de la Segunda Marquetalia y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), lo que incrementó la violencia en el primer trimestre de 2021.
Un oficial de Inteligencia militar señaló al respecto: “En enero, en la frontera con Arauquita, el frente 10 asesinó a un narcotraficante que trabajaba para la Marquetalia y el Cartel de los Soles. Como retaliación, estos dos grupos se unieron para matar a ‘Sapo Negro’”.
Alias “John Sapo Negro” era socio de “Gentil” y uno de los “farianos” históricos en Venezuela, se conocía de sus operaciones a ese lado de la frontera desde 2015.
El 13 de febrero de 2021, según informaron las autoridades venezolanas a la prensa, se realizó un operativo militar en una finca del sector Los Módulos, en el municipio de Muñoz (Apure), en el que fueron sorprendidos tres hombres descargando 200 kilos de cocaína de una camioneta. Hubo un cruce de disparos que dejó dos muertos, entre ellos “John Sapo Negro”, cuya identidad no fue revelada.
Consecuencias sociales
“Antonio Medina” y “Arturo” declararon “objetivo militar” a algunas bases de las FANB e instalaron minas antipersonal. “Trajeron al país la práctica asesina de colocar estos artefactos”, declaró el presidente Nicolás Maduro el 4 de abril, e indicó que pediría ayuda a la ONU para el desminado.
El régimen reaccionó bombardeando los territorios por los que se mueven los disidentes de “Gentil”, sobre todo en la población de La Victoria (vecina de Arauquita) y los sectores El Ripial, Las Brisas y La Capilla. El Ejército y la Policía desataron operativos de búsqueda finca por finca, y algunas ONG y políticos opositores señalaron que en esas acciones hubo desmanes contra la población y exceso de fuerza.
La ciudadana Raiza Remolina denunció públicamente que las Faes (Fuerzas de Acciones Especiales), un organismo policial, asesinaron a cuatro miembros de su familia en Apure, el 25 de marzo. “Se los llevaron y aparecieron en El Ripial, tirados en el campo, uniformados, era gente inocente”, dijo.
Ante la presión internacional por estos hechos, el fiscal General, Tarek Saab, designó dos fiscales para que investigan la situación.
El conflicto provocó el desplazamiento masivo de unas 6.000 personas, que cruzaron el río Arauca y se refugiaron en Arauquita, a finales de marzo.
Según los cálculos de la Inteligencia colombiana, la Segunda Marquetalia cuenta con más de 1.000 integrantes en suelo venezolano. Los aliados de “Gentil” serían cerca de 300, incluyendo los frentes 33 y 45, que delinquen en límites con Zulia y Barinas.
“Iván Márquez” y sus hordas estarían tratando de montar un corredor desde La Guajira hasta Puerto Carreño (Vichada), en un intento por controlar los negocios ilícitos de la frontera, el cual también sirve para contener a los excamaradas (ver el mapa).
También quieren disputarle a “Gentil” sus dominios en el Pacífico Sur. “La Segunda Marquetalia envió a alias ‘Wálter Mendoza’ para crear el llamado Bloque Pacífico, por lo que se espera que haya más confrontación en esa región”, narró uno de los agentes.
Este personaje, llamado José Vicente Lesmes, tiene experiencia de más de 20 años delinquiendo en la costa Pacífica, pues antes de la desmovilización comandó grupos en Valle del Cauca.
Para las autoridades binacionales ha sido muy difícil confrontar los movimientos disidentes en la frontera, pues debido a las fricciones políticas, la cooperación en seguridad es nula. Así lo reconoció el director de la Policía de Colombia, general Jorge Vargas, en una entrevista con EL COLOMBIANO el pasado 25 de enero. “Con las autoridades de Venezuela no hemos tenido cooperación (...). Le hemos pedido a Interpol que permanentemente difunda las circulares azules y rojas contra los cabecillas de las disidencias de las Farc y del Eln”, afirmó.
Ante este panorama, la perjudicada es la población civil, a los dos lados del río Arauca, arrinconada por los deseos criminales de dos facciones que antes eran una, y hoy son contrarias a morir.