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Maduro usa la pandemia para profundizar el control social: comisionado OEA

  • David Smolansky es el comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos. También es alcalde y vive en el exilio. FOTO CORTESÍA VOLUNTAD POPULAR / Franco Fafasuli
    David Smolansky es el comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos. También es alcalde y vive en el exilio. FOTO CORTESÍA VOLUNTAD POPULAR / Franco Fafasuli
19 de agosto de 2020
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Hace cinco años, el miércoles 19 de agosto de 2015, se agudizó la migración de los venezolanos cuando Nicolás Maduro ordenó realizar las Operaciones para la Liberación del Pueblo (OLP) en la frontera. Ese día los cruces se cerraron y el mandatario comenzó a deportar a 1.500 colombianos que residían en el vecino país. Ese fue el comienzo, y cuando finalizó ese año a Colombia ya habían llegado 32.471 migrantes, según Migración Colombia.

Han pasado cinco años desde esa fecha y ya son 5,2 los ciudadanos venezolanos que han dejado su país empujados por la emergencia humanitaria compleja que este vive. De esos, en Colombia residen más de 1,7 millones de personas. Para reflexionar sobre el fenómeno migratorio y lo que viene para la región en este asunto, EL COLOMBIANO habló con David Smolansky, comisionado de la Secretaría General de la OEA para este asunto.

¿Qué enseñanzas nos dejan estos cinco años de migración venezolana?

“América Latina y el Caribe han sido testigos de la peor crisis de refugiados que se ha visto en la historia de la región. Son 5,2 millones de desterrados y eso supera la población de países como Costa Rica, Uruguay y Panamá. Antes de la pandemia se estaban yendo 5 mil venezolanos al día, siendo Colombia el país que más recibía a estas personas, pero también Perú tiene una población alta, al igual que Ecuador o Chile. La mayor moraleja es que no hacen falta guerras o catástrofes naturales para que haya un flujo migratorio masivo como el que hemos visto. La ausencia de democracia, libertad y de Estado de derecho puede generar consecuencias devastadoras”.

¿Cómo ha afectado la pandemia la inclusión de los venezolanos en los países de la región?

“Hay migrantes y refugiados que se han quedado sin trabajo. Desde que comenzó el coronavirus, los desplazados venezolanos pasaron a ser los vulnerables de los vulnerables. Muchos dependen de lo que produzcan al día, de la economía informal, y se les hace difícil mantener la cuarentena. Pero acá también hay oportunidades. Desde la oficina que coordino impulsamos que médicos y enfermeras tengan la posibilidad de integrarse al sistema de salud de los países en los que residen y que haya flexibilidad en la homologación de títulos. Eso lo hemos visto en Perú, y Colombia también tiene las puertas abiertas para hacerlo”.

Las fronteras están cerradas por el coronavirus. ¿Qué medidas planean para el momento en el que se reabran y, seguramente, aumenten los flujos migratorios?

“Es un escenario incierto. No veo ningún tipo de intención del régimen de abrir pronto las fronteras. No porque esté preocupado por la salud de los venezolanos, sino porque están utilizando la pandemia para profundizar el control social, aumentar la represión y aislar mucho más al país. La situación de Venezuela ha empeorado, hay personas desesperadas que quisieran huir y no lo pueden hacer. Además de eso, muchas de las fronteras están custodiadas por cuerpos de seguridad que están involucrados en delitos de lesa humanidad o por grupos armados irregulares. Se está viviendo un estado de terror y por eso habrá que esperar qué sucede en la frontera y qué medidas se toman en el resto de la región. No sorprendería un flujo importante de desplazados internacionales si se llegan a abrir los pasos después de la pandemia”.

El coronavirus ha sido una excusa para apuntar al migrante como el responsable de los contagios dentro de Venezuela...

“Esa es una realidad gravísima que debe ser considerada como delito de lesa humanidad. Estamos haciendo un informe al respecto porque a los migrantes que han retornado se les ha tildado de ‘bioterroristas’, de ‘armas biológicas’. Los amenazan con que tienen que hacer su cuarentena en una celda y les han dicho que les van a marcar su casa para que todo el mundo sepa que ahí vive una persona que retornó. Muchos están hacinados en albergues en los estados fronterizos de Apure, Táchira, Zulia y Bolívar. Otros han sido extorsionados por los cuerpos de seguridad para ser trasladados a otros estados del interior. Han sido arbitrariamente detenidos, y heridos psicológica y emocionalmente. La comunidad internacional no puede quedarse en silencio ante el riesgo que corren los venezolanos. Estas personas regresaron porque se quedaron sin trabajo, pero también porque quieren estar cerca de su familia por el miedo que da el coronavirus en un país como Venezuela, donde hay una emergencia humanitaria compleja”.

¿Qué estrategia tienen para que más países se sumen a la causa venezolana con apoyo económico?

“Hay que seguir sensibilizando a la comunidad internacional para apoyar a los migrantes y a los países que los reciben, que son territorios que también tienen sus propios problemas y cuya situación económica se agrava por la pandemia. Esta oficina que coordino en la OEA tiene una aproximación humanitaria y política. No nos podemos quedar solo con las estadísticas porque no hay nada más poderoso que el testimonio de las personas. Si los casi dos millones de venezolanos que hay en Colombia vivieran en una sola ciudad podrían ser la cuarta más poblada del país, solo superada por urbes grandes como Bogotá y Medellín. Al final, para la solución a esta crisis se necesita que en Venezuela haya democracia, libertad, Estado de derecho y oportunidades. Solo con el fin de la dictadura los venezolanos dejarán de abandonar su tierra y habrá incentivos para que los que hoy están desterrados puedan volver”.

Pero si cae el régimen de Maduro también va a seguir la migración. Venezuela es un país deteriorado en todos los ámbitos.

“Eso está por verse. El anhelo de la inmensa mayoría de los venezolanos es volver al país y solo están esperando que caiga el régimen. Mientras esto se prolonga, esa decisión se hace más complicada. Lo más importante es que haya acceso a la salud, insumos médicos y seguridad. No es un proceso de un día para otro, pero muchos tendrán la opción, una vez haya un gobierno de transición y otro nuevo, electo de manera democrática. Que haya un país en cenizas no quiere decir que hay una población que huye, sino que es una sociedad motivada a aportar para que la nación se levante”.

¿Hay temor a que la covid y las crisis locales de cada nación impidan que se siga prestando atención al fenómeno migratorio?

“Es un riesgo latente. El coronavirus ha cambiado las decisiones de todos los gobiernos en el mundo. Pero es difícil ignorar el flujo de migrantes y refugiados. Aplaudo que hay países que les han tendido la mano, por ejemplo, el decreto que sacó Colombia, que prohibió los desalojos de estas personas de sus viviendas y las renovaciones del PEP (Permiso Especial de Permanencia). Esto es una oportunidad para que los venezolanos se integren. Medellín, por ejemplo, tiene la oportunidad de hacerlo llamando a los médicos y enfermeras migrantes para que hagan parte del sistema de salud de la ciudad”.

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